La autonomía de la UASD

La autonomía de la UASD

El trágico asesinato de un coronel de la Policía por estudiantes revoltosos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) ha puesto de nuevo sobre el tapete la cuestión del fuero de esa institución.

         El fuero, nombre jurídico del privilegio jurisdiccional otorgado por gobierno para normar la autonomía institucional, fue una conquista de la UASD en los convulsos días tras el ajusticiamiento de Trujillo. La idea era sustraer a la universidad de la influencia gubernamental, pese a que como academia estatal es subsidiada por el erario. En vez de ello, la autonomía convirtió a la UASD en un refugio de políticos de izquierda que al cabo de pocos años destruyeron el prestigio intelectual de la universidad, motivando la renuncia y abandono de sus mejores profesores, quienes salieron a fundar la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña.

         Desde entonces, la UASD jamás ha vuelto a poseer el brillo académico que tuvo durante la dictadura, cuando la crema y la nata de la intelectualidad dominicana, incluyendo muchos desafectos al régimen trujillista, ofrecía cátedras que todavía hoy recuerdan agradecidamente los profesionales egresados de la vieja universidad.

         Actualmente, las mentes menos privilegiadas enfocan la cuestión del foro sólo como un asunto policial, arguyendo que la UASD es un refugio de delincuentes, cuando en realidad sólo una minoría extrema de su población estudiantil cae dentro de la categoría de los facinerosos o de los políticos extremistas  violentos.

         El real problema de la UASD no es su autonomía. Es que funciona pésimamente. Carece de controles académicos para dar de baja a malos estudiantes. Carece de controles de calidad para garantizar excelencia en la docencia. Carece de controles financieros y éticos para dar cuenta de millones gastados en supuestas investigaciones sin ningún resultado útil. La UASD es un amontonamiento de carencias que dan ganas de llorar…

         Quitarle el fuero o autonomía a la UASD no es ninguna garantía de que sus males serán correctamente asumidos para solucionarlos. Allí hace falta una toma de consciencia por parte de la mayoría inmensa que va allí a estudiar y merece una instrucción profesional de mejor calidad.

Hay que depurar la matrícula aplicando la baja a quienes no merezcan el privilegio de una educación subsidiada o casi gratis. Hay que exigirles a los profesores y administradores mayor competencia y más compromiso con la universidad y no con sus partidos políticos.

        Si no, ¡ciérrenla!

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