La avenida de las Américas y el peligro peatonal

La avenida de las Américas y el peligro peatonal

JESÚS FERIS IGLESIAS
La avenida de las Américas, construida a mediados de la década de los cincuenta, es, al menos para nosotros, la avenida contigua al mar Caribe más bella que existe entre los países que conforman la Cuenca del Caribe. Recientemente ha sido reinaugurada después de ampliarla a seis carriles, tres de ida y tres de vuelta, motivado por el crecimiento del tránsito a consecuencia de varios factores en que podemos citar algunos de ellos: mayor entrada y salida de pasajeros por el aeropuerto internacional José Francisco Peña Gómez; crecimiento y desarrollo de hoteles turísticos y de industrias en la región Este del país y crecimiento y desarrollo de nuevos barrios en la parte oriental de la ciudad capital.

A las Américas, como también se le conoce, no sólo la ampliaron en carriles, sino que le construyeron un muro  divisorio de contención, en concreto armado, para protección en caso de colisión vehicular. Además, parques, paradores, monumentos y lo más importante de todo, le construyeron paralelamente otra avenida, conocida como la avenida marginal, de cuatro carriles, para dar entrada y salida a los habitantes de los nuevos barrios.

En cualquier país organizado del mundo, cuando se hace una obra de esta naturaleza, las avenidas marginales son separadas estrictamente de la avenida principal para evitar accidentes de cualquier magnitud. Es por eso que pensamos que al concluir la remodelación íbamos a comenzar a disfrutar de la organización del tránsito vehicular tal y como ha sido  organizado en los países con mayor desarrollo. Qué pena que no ha sido así.

Vemos como el muro de contención ha sido dejado abierto expresamente para que continúen pasando personas y hasta motores de un lado para otro, sin tomar en cuenta el riesgo al cruzar que tienen esas personas, de perder la vida en cada intento, todos los días y a cualquier hora.

Aún más, vemos cómo las guaguas de transporte público continúan circulando por la Avenida de las Américas ignorando que han construido la marginal, dejando y recogiendo pasajeros en cada momento y lugar a lo largo de la avenida, para que éstos crucen seis carriles de tránsito rápido, exponiendo sus vidas constantemente, sin que ninguna autoridad relacionada con la regulación del tránsito se interese en poner orden.

Nos preguntamos, ¿para qué se construyó el muro de contención, si hay vidas expuestas a morir en cualquier momento? Y a seguidas nos volvemos a preguntar, ¿para qué se construyó la avenida marginal, si de todos modos se seguirá dejando pasajeros a que expongan sus vidas a cada instante, al no respetar la avenida de tránsito rápido?

Consideramos que ya es hora de comenzar a organizar el tránsito vehicular y peatonal en nuestro país, al igual como se ha organizado en los países más desarrollados. Para eso no se necesitan grandes recursos económicos, sino voluntad política de querer hacer las cosas bien. Por demás, la violación de medidas atentatorias a la seguridad ciudadana debe multarse y ese dinero recolectado, especializarlo a reforzar el programa de organización del mismo tránsito. En pocas palabras, es un programa que podría autofinanciarse.

Esperemos que estas observaciones sean tomadas en cuenta por el bien del país y sobre todo por las personas que cada día exponen sus vidas al cruzar una avenida no diseñada para el cruce peatonal, sino para el tránsito vehicular.

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