La aventura de purificación en un Temazcal especial

La aventura de purificación en un Temazcal especial

“Agua de vida, purifícame,

Fuego de amor, quema mi temor,

Viento del alba, llévame al altar,

Madre Tierra, vuelvo a tu lugar en el temazcal”.

Canto de purificación

¿Quieres venir a las pirámides de Teotihuacán con nosotros?, me preguntó José Luis, un interesante hombre argentino que mi amigo Daniel conoce, el facilitador del taller cristales de luz, basado en las enseñanzas de María Magdalena. Al principio dudé. He visitado las pirámides al menos media docena de veces, y tenía la intención de conocer otros lugares en mi estadía en México.

Sin embargo, cuando salí de Santo Domingo había declarado que este viaje sería una apertura a la “aventura”. Recordé a la escritora estadounidense Hellen Keller, una extraordinaria mujer que más allá de su condición de sordomuda fue capaz de decir que si la vida no es una gran aventura no es nada.¿Cómo ignorar la invitación que se me extendía? Sólo averigué qué necesitaba. Una toalla y un traje de baño, contestó José Luis.

Nunca se me ocurrió preguntar a quiénes se refería cuando dijo “nosotros”. Al otro día, José Luis me escribió por WhatsApp para decirme que me acercara a un hotel cercano, donde me encontraría en el lobby con un norteamericano (que no habla español) que también haría la excursión. Luego iríamos juntos a encontrarnos con un mexicano, dos argentinos y un español.

El pintor neerlandés Vincent van Gogh dijo: “Yo no soy un aventurero por elección, sino por el destino”. En el momento que íbamos en el taxi, sabía que algo más grande que mi voluntad estaba dirigiéndome. Steve y yo entablamos una conversación en mi escaso inglés. Me dijo que estaba en la ciudad junto a más de un centenar de hombres de diferentes países en un entrenamiento.

Le pregunté que clase de formación era y su respuesta me sorprendió gratamente. Me dijo que el grupo se llama Man Kind Proyect, una comunidad que organiza programas de desarrollo de experiencias trascendentes para hombres, que facilitan la vuelta a la integridad, autenticidad y servicio. Mientras “el gringo” hablaba, mi asombro iba en aumento. En más de 25 años de experiencia en procesos transformacionales y de desarrollo humano ¡nunca había oído hablar de MKP!

Este grupo de hombres se reúne en círculos, ¡igual que nosotras!, despiertan su sensibilidad hacia todas sus relaciones, trabajan en la apertura del corazón, en la madurez emocional que le permita a los varones manejar el poder de un modo compasivo y amable, motivados por un propósito noble.

El filósofo griego Aristóteles creía que la esencia de la vida es servir a otros y hacer el bien. En el proceso de MKP, un staff de apoyo en proporción de uno y medio por cada iniciado, acompañan a los participantes durante un fin de semana intensivo a curar las heridas más profundas originadas por una sociedad machista. Luego de los procesos, devuelven a la comunidad a hombres responsables, comprometidos y presentes para su familia, pareja, comunidad y el planeta.

¿Puedes imaginar el privilegio que era para mí estar acompañada por un grupo de hombres realmente extraordinarios? Aunque había tenido la experiencia del Temazcal, palabra de origen náhuatl que proviene de las raíces “Tetl” (piedra), “Mazitli” (caliente) y “Calli” (casa), cuya traducción sería “casa de las piedras calientes”, jamás había sido parte de un Temazcal femenino preparado por temazcaleras para acompañar el proceso de sanación de lo masculino herido.

La práctica de origen prehispánico del Temazcal tiene aproximadamente 5,000 años de antigüedad y consiste en un baño de vapor con fines curativos, preventivos, higiénicos, religiosos y purificadores, empleado en la medicina tradicional indígena. Mientras Steve, Julio César y yo explorábamos el lugar donde ocurriría la ceremonia, Julio César (un policía argentino) puso en su celular la canción “reloj de campana”, un canto ceremonial utilizado en la “danza de la luna” para honrar lo femenino, de la autoría de Ana Lilia (desconozco su apellido) una mujer veracruzanamuy intuitiva y conectada.

Acompañada por José Luis, Efraín, Julio César, Steve, Francisco Manuel, Antonio y Miguel, ¡la experiencia era para mí completamente surrealista! Las señales estaban en todas partes. Estos amorosos hombres me hacían sentir cuidada, protegida y acompañada de un modo inusual y hasta el momento desconocido. Hasta ese momento, mis vivencias ceremoniales habían sido completamente diferente: mayoría mujeres y ninguno o escasos hombres.

En el año 368 a.C. Siddhartha Gautama Buda dijo que nadie puede corromper ni purificar a otro, que somos nosotros mismos los responsables de nuestra propia purificación. Antes de empezar la purificación en el Temazcal, José Luis habló del propósito sagrado de recordar que somos “Uno” en el amor que nos originó. Hicimos un círculo en el que cada quien dijo su nombre de pila, su animal de poder, de dónde venía y qué intención le traía a estar presente.

Guadalupe, la temazcalera, una expresiva mujer indígena acompañada de su pequeña hija María y una asistente llamada Lucy, nos saludó amorosamente a cada uno, antes de sahumarnos con copal. El copal es una resina extraída del árbol de copal, conocido entre los mexicas de la época prehispánica, como “copalquáhuitl”. Los aztecas llamaban “copalli” a la aromática resina que utilizaban como “incienso”, y la usaban con fines ceremoniales para enviar mensajes a los dioses.

El aroma del copal, conocido como “incienso de la tierra”, ha sido utilizado para para purificar la materia durante centurias. Además, potencia la prosperidad, por lo que los sacerdotes mayas y aztecas lo quemaban en un sahumador de barro, mientras intercedían con oraciones.

Antes de nuestra llegada, Lucy y Guadalupe habían hecho la cocción ceremonial de las hierbas que nos ofrecerían su espíritu, para que las usáramos como medicina, y habían calentado en el fuego laspiedras volcánicas conocidas como “abuelas”, que son el canal de expresión de la sabiduría de la Tierra.

Producir sudor para purificar y sanar es una práctica ancestral reconocida por sus beneficios en todo el mundo. El temazcal, además de servir para estos fines está sostenido en un fundamento espiritual muy hermoso. Mientras se vierte la medicina de las flores y hierbas sobre las piedras calientes, los participantes tienen la oportunidad de retornar a la integridad que nos ofrece el círculo, y reconectar con la brújula interior que nos permite avanzar con seguridad, representada en la sintonía con las “puertas” del Temazcal, que se relacionan con las cuatro direcciones de la Rueda Medicinal.

La Rueda de la medicina es un antiguo mándala de sanación, que consiste en un círculo pequeño contenido en un círculo mayor dividido en cuatro cuadrantes por una cruz que los pone en contacto.Ella nos recuerda que la vida se expresa por medio de ciclos,. Todo sube y baja. Nada perdura en el mismo estado. Todo se mueve; la energía, el sentimiento, la compañía, la intimidad, el deseo, la pasión cambian a medida que varíanos nuestro nivel de consciencia.

La práctica del Temazcal es medicinal, placentera, reconfortante, purificadora y nutricia, tanto para el cuerpo como para la mente, las emociones y el espíritu. Nos invita a transformarnos, dejando que nazca lo que pulsa en nuestro interior, que crezca lo que aún no obtiene su pleno desarrollo, que muera lo que ya cumplió su propósito y que renazca lo que sigue siendo de utilidad para el cumplimiento de nuestra misión.

El escritor estadounidense Richard Bach dijo: “No te dejes abatir por las despedidas. Son indispensables como preparación para el reencuentro”.Saber danzar con los ciclos, es abrirse a la comprensión de la naturaleza de la vida-muerte-vida. Quien no conoce la ley del ritmo, tiende a permanecer durante más tiempo del necesario en los períodos de estancamiento.

De algún modo, tiene la ilusión infantil de impedir que “la muerte” tenga lugar. Se aferra a lo conocido. Se agarra a lo que puede, con la falsa creencia de que podrá seguir transitando los mismos caminos, y evitar la ansiedad que llega al desconocer su destino.

El Temazcal ayuda a que lo falso desaparezca por medio del sudor profundo. Sentada en el piso en círculo, desnuda de todo lo material, cantando y tocando el tambor junto a mis hermanos nuevos, y al mismo tiempo tan antiguos como mi propia alma, la experiencia con las abuelas fue ciertamente de una divina intimidad conmigo misma y con todos los presentes.

Hago mía la frase de Erik Erikson, unpsicoanalista estadounidense de origen alemán que dijo: “Soy lo que sobrevive de mí”.Lo que lees en este momento ha sido gracias a la cadena de sincronicidades que han seguido ocurriéndome en esta maravilloso aventura.

Escribí este artículo sentada en un restaurante del aeropuerto de la ciudad de México, luego de perder el avión. La energía otoñal de soltar que se activó en el Temazcal ha seguido actuando en mí. Llegaré a Santo Domingo en el amanecer del lunes, con la alegría que brinda el este, la dirección en que hace su salida el Padre Sol.

A fin de cuentas, tal como dijo Benjamin Disraeli: “Las aventuras son para los aventureros”.

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