La bajeza de los políticos

La bajeza de los políticos

Faltando 80 días para las elecciones, la campaña electoral ha comenzado a transitar el acostumbrado camino del lodo de la infamia, en que ninguno de los candidatos y sus colaboradores, con posibilidades de triunfar, se salva del salpique inmundo que lanzan sus rivales para destruir honras.

 Y esa costumbre no podía ser de otra forma, ya que, desde los tiempos de la dictadura de Trujillo, el mancillar honras de opositores y de allegados al régimen dictatorial no escapaban de la pasión del dictador de jugar con los valores de los ciudadanos. El Foro Público, que se publicaba en El Caribe, y que con tanta asiduidad cotidiana buscaban los lectores para saber a quién se calumniaba y quién había caído en desgracia  del régimen, forma parte de una cultura que se ha incrementado  y multiplicado desde que en 1961 fuera derribada la tiranía.

 No hay político de renombre, o empresario de jerarquía, que no haya estado sometido al desborde de las pasiones de la maledicencia, y más ahora, que con los modernos sistemas electrónicos de comunicación, la vida privada en todas sus formas está expuesta a ser violada y divulgada para diversos fines de chantaje o hundir reputaciones.  El pinchazo de los teléfonos y el hackeo de los correos electrónicos, son las armas que se utilizan para los fines mas inconfesables, desde abortar  negocios hasta denunciar aberraciones sexuales de infidelidades y homosexualismo, de quienes se presentan como intachables frente  a la sociedad.

 Los notables del país, ya sean empresarios, políticos, artistas, deportistas o personajes del mundo social, están sometidos al escrutinio de un grupo de inescrupulosos, que armados de los más modernos equipos de intromisión electrónica, desnudan las actuaciones más íntimas de las personas, que por lo general se les extorsiona, y si son políticos, los colocan en la cuatro esquinas para satisfacer el morbo del ciudadano.

Y los estrategas de las campañas sucias, de los políticos en campaña, conocen  muy bien el poder divulgador de los medios actuales. En el calor de la campaña política  exponen a los rivales a conocer de sus indelicadezas cometidas en el pasado o en proceso de hacer alguna bellaquería, para que el simple mortal, que es el ciudadano corriente, alimente su morbo, conociendo de las debilidades  de quienes nos dirigen, o buscan la forma de dirigirnos,  para disfrutar a plenitud de los recursos del Estado, que por los ejemplos que vemos en la actualidad, son muy abundantes.

 Las calumnias divulgadas  hasta ahora no deben sorprendernos, ya que es la misma constante de campañas anteriores. Ahora  el alcance es mayor, por la diseminación de los medios sociales de comunicación instantánea,  que a veces se dificulta rastrear sus orígenes.

 Lo divulgado hasta ahora, repleto de maldad y de objetivos muy específicos para desesperar a los agraviados, muestra una faceta muy peculiar de los políticos, y de sus aliados de ocasión, que gozan con este tipo de  trabajo destinado a dañar reputaciones, y al mismo tiempo disuadir a aquellos políticos serios que no tienen una piel de cocodrilo, para que  abandonen una actividad  que en el país está destinada a los inescrupulosos que medran a la sombra del poder, e investidos de cargos legislativos,  gubernamentales, electivos o judiciales, se benefician de un Estado cada vez más rico.

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