La banalidad como propuesta

La banalidad como propuesta

Monólogos y tuits, injuria y griterío, apuesta por lo grotesco, asunción de la mofa como anzuelo para ganar ilusos participantes en un proyecto ajeno e individual. Repetir la jerga o perecer. Por eso las reflexiones y revelaciones sobre la poligamia, de la autoría de un ex diputado y presidente del PLD en Puerto Plata, son asumidas por mandamás mediáticos, por representantes de organizaciones políticas y de organizaciones de la sociedad civil. Para atraer audiencia y sumar votantes, vale más el choteo y el guiño que promete. La contundencia está ausente en los discursos de quienes anhelan su pitanza, de la grey que quiere turno para despilfarrar su porción del erario y dejar de “halar aire”, como ha expresado un candidato. Cuestión de oxígeno no de país, menos de patria, porque la patria está en el patrimonio y en la posibilidad de mantenerlo, aumentarlo, jamás justificarlo.

Está vigente un manual de comunicación que asedia, de manera persistente, con acusaciones, plagado de frivolidad. La imputación depende del lado del ring donde estén los críticos de ocasión, los conductores de la voluntad ciudadana incauta y en subasta. La coyuntura signa. En esta campaña electoral sin empiece formal pero iniciada, hay un encantador borrón y cuenta nueva. La evaluación que hacen “los buenos”, los apóstoles de la ética auto designados, del proceder de sus patrocinados, es una prueba de destreza. Difunden un menjurje para un público alienado.

El batiburrillo ético opositor está ausente en los comentarios. Mencionar militancias rentables, funcionariado de antes, durante y después, un secreto. Todo comienza ahora. El protagonismo opositor nace de la nada y así lo tratan. Pena de la vida para quien sitúe, recuerde. Es la carrera opositora sin prolegómenos. Un descaro asumido e incontrovertido del sector que debe informar, provocar.

El manual diseñado por los impolutos mediáticos, establece categorías para la impunidad. Cuando de evaluar fortunas o bienestar se trata, los suyos son emprendedores y herederos, fajadores que desde el primer gobierno del PRD y del PLD supieron ahorrar y repartir, como debe ser. Los otros, cáfila corrupta que pretende sitiales inmerecidos. Castigados además, por no persignarse con el agua de una pila bautismal bastante fétida que garantiza prestancia, gracias a la omisión y al elogio falaz, para confundir. Venta de silencios que toca frustraciones y culpas de sepulcros blanqueados. Fariseísmo que espanta y pocos develan para evitar el rechazo o la difamación.

Esa escuela prohíbe decir que hay críticos opositores, tenaces, obcecados, que desempeñaron funciones, con saldo de inutilidad y cuentas pendientes, en gobiernos sucesivos, sin importar partido. Callaron desmanes, lograron fama y gestionaron prebendas que les permiten vivir. Se comportaron con la arrogancia propia de la medianía, la misma que atribuyen a los adversarios de hoy. Su habilidad los colocó después, en el atrio condigno de Fundaciones y salones palaciegos, prevalidos de su inmunidad y del silencio de cofrades que jamás usarían su poder fáctico para denunciar sus veleidades.

El manual también repudia la mención del ejercicio público de cada uno de los protagonistas de la oposición alternativa. Esa disidencia tardía, que desde el 1996 estuvo en la administración morada y necesitó que un ángel iluminara su entendimiento para percatarse de la catadura de su terrible entorno.
Los portaestandartes de la buena nueva, creadores de partidos que procuran establecer la diferencia entre sus organizaciones y los partidos tradicionales, comandaron ministerios y fiscalías. Sus funciones no fueron fugaces ni intrascendentes. Tuvieron la oportunidad de propiciar transformaciones, gracias a las virtudes que ahora exhiben como presea. ¿Por qué omitir la gestión? La mención serviría como baremo para ratificar el talante de los protagonistas.

Rige el canon de Goebbels en este periodo de banalidad, de complacencia sospechosa: “consigue influir en la opinión pública quien es capaz de reducir los problemas a sus más sencillos términos y tiene el valor para repetir la fórmula simplista pese a las objeciones…”. Parece que el simplismo continuará y la cháchara será discurso.

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