La banca y el ahorro que debe ser fomentado en lugar de desalentarlo

La banca y el ahorro que debe ser fomentado en lugar de desalentarlo

En medio de temores por las perspectivas de la economía nacional, como era previsible ante el predominio de lo evidente y mediático, los  comentarios, análisis y señalamientos sobre el último informe del FMI se han centrado en los puntos críticos con sus recetas y advertencias, lo que prácticamente dejó de lado un aspecto positivo y relevante.

Se trata de la afirmación de ese organismo intergubernamental sobre la solidez del sector financiero dominicano con bancos bien capitalizados, entre otros factores porque los indicadores prudenciales del conjunto del sistema no muestran riesgos significativos.

Realmente el FMI no hizo ninguna relevación sorprendente, ya que luego de la debacle provocada por las quiebras bancarias, es palpable que las entidades financieras se han fortalecido en sus estructuras internas mediante la aplicación de estrictos controles y de lineamientos trazados por la modalidad de gobiernos corporativos, además de mejoras apreciables en la supervisión oficial.

Sin embargo, el reconocimiento del FMI es importante, primero porque, dada su naturaleza y trayectoria,  ese organismo no actúa de forma obsequiosa en sus ponderaciones, y segundo porque  transmite confianza hacia un sector que juega un papel crucial en el estado general de la economía, sobre todo en tiempos de crisis.

Mientras la banca  tiene sobradas razones para sentirse satisfecho por la sostenibilidad alcanzada y los bríos con que cuenta para impulsar nuevas metas, los ahorristas expresan desaliento por los impuestos que comenzarán a cobrarse de los intereses que reciben por sus depósitos.

Eventuales retiros o disminución en los volúmenes de ahorros por ese gravamen pueden generar una situación desfavorable, en lugar del respaldo que los bancos  merecen recibir por el ejemplo de disciplina,  reordenamiento y credibilidad que han exhibido, mientras en países del llamado primer mundo algunas instituciones financieras han tambaleado ante la crisis económica mundial.

De ahí que la Asociación de Bancos Comerciales de la República Dominicana (ABA) haya advertido  –sin ser debidamente atendida en sus planteamientos–  que lo más aconsejable era fomentar la inversión y el ahorro, dos objetivos fundamentales que en su opinión serán difíciles de lograr por el impuesto a los intereses derivados de los depósitos bancarios.

El clima de confianza en el sector ha sido de tal nivel que más franquicias  extranjeras se han sentido animadas a establecerse en el país, mientras la banca netamente dominicana abre nuevas oficinas y sucursales en plazas y comercios.

Esto ha dado lugar a una dinámica de competitividad en que son determinantes la capacidad de innovación, continuas mejoras en el abanico de servicio a los clientes y la aplicación de la ley suprema del marketing, la cual postula que en la época actual “no se puede vender lo que se produce, sino producir lo que se puede vender”.

El monitoreo constante de las cambiantes tendencias en el mercado, que dependen principalmente de los gustos, preferencias y necesidades de los nuevos públicos, con fidelidades mudadizas, ha sido un factor clave que la banca ha utilizado para reorientar sus pautas y mantener empatía con las orientaciones y características del mundo presente.

Ojalá que en su momento, cuando la economía experimente recuperación, los ahorristas de vida honesta sean liberados de la carga que ahora se les impone a sus depósitos, en su inmensa mayoría fruto de una visión previsora y de futuro, gracias a gastos moderados y estilos de vida en los cuales no tienen cabida el dispendio y la ostentación.

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