La Barquita: de la marginalidad a la vulnerabilidad, a la búsqueda de soluciones

La Barquita: de la marginalidad a la vulnerabilidad, a la búsqueda de soluciones

Con una sola visita a La Barquita, un discurso decidido y una actitud humilde y comprensiva, Danilo Medina ha devuelto a ese barrio su visibilidad y recordó a la sociedad una tarea pendiente. Contrario a lo que hacía Leonel, que transformaba el barrio en escenario de su persona y discursaba en soliloquio, Danilo Medina se integró, se enteró y  recordó las luchas de los 90 contra los desalojos y los discursos sobre “los de abajo y los de arriba” de Isabel Rauber. 

La problemática de ese barrio puede resumirse con ese trinomio: río con inundaciones/urbanización de marginales/vulnerabilidad amplificada. Lo que decíamos en los 90, por fin, fue validado con  el discurso del Presidente: en estos terrenos donde no se debía construir por razones topográficas y de cercanía al río Ozama, las poblaciones pobres se impusieron, por necesidad, utilizando sus mejores armas: su número, su organización y su estatus de electores.

Los políticos  les hicieron promesas de viviendas o de terrenos y no cumplieron; las autoridades locales,  por falta de  planificación urbana y por un acuerdo tácito entre las partes, con el “laissez-faire” las dejaron construir ahí y el Estado  por el fracaso de los programas de vivienda social del Estado,  no pudo nada, ni con desalojos. En los 90, por haber comprendido esas relaciones de Poder, se propuso el mejoramiento urbano y barrial, como alternativa de mejoría de las condiciones de vida, para no desalojar y alejar de la ciudad (mercado de consumo), a esos moradores, trabajadores del sector informal.

Pues, Danilo Medina acaba de afirmar “que la solución debe ser en la zona” validando así la alternativa que se enfrentó a las propuestas urbanísticas del último gobierno de Balaguer. Muchas fueron las tesis de urbanismo en la UASD defendiendo esa alternativa urbanística, propia de los países sub desarrollados, con situaciones de riesgos amplificadas por las opciones económicas asumidas y por las necesidades imposibles de satisfacer con propuestas convencionales. Pero estamos claro: en muchos casos, hay que devolver terrenos a la naturaleza, transformarlos en bosques urbanos y reubicar las poblaciones removidas en terrenos seguros, cercanos para no afectar sus capacidades de reinserción al tejido social cercano.

Efectivamente, en nuestro país hay que mejorar las condiciones de vida, con pequeñas obras inteligentes, económicas y humanas, que alivien y mejoren las innumerables situaciones de riesgo, sin provocar grandes desalojos, falsas promesas y expectativas frustradas.

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