La Barquita: una solución ponderada

La Barquita: una solución ponderada

Lo último que se pude perder en la vida  es la fe y la esperanza. Bien lo señaló Víctor Hugo al final de una de sus obras “toda la sabiduría humana se encierra  en estas dos palabras: Confiar y Esperar” (cito de memoria). Por eso creemos que el problema social y económico en La Barquita, es viable con buena voluntad política.

 Eso sí, tenemos que estar consientes, como lo está el padre Gregorio Alegría: “La gente ha invadido el cauce del río. No es que el río se mete donde la gente, es que la gente se ha metido al río”. Y por tanto, construyendo un muro de contención no es la solución; al contrario, agravaría el problema y las necesidades aumentarían con las nuevas personas que se establecerían en el lugar.

Luego lo aconsejable sería que el presidente Danilo Medina convocara a todos los urbanistas, arquitectos e ingenieros a una reunión, para que busquen una solución acorde a las líneas urbanísticas de la ciudad de Santo Domingo; y además que sociólogos y economistas emitan sus opiniones. Así podríamos conseguir la mejor respuesta al problema. Sin embargo, de inmediato deberían iniciarse las obras de viviendas protegidas, donde serían reubicados los actuales vividores de dicho sector, porque talvez el sitio de La Barquita entendemos que podría destinarse para un parque de recreo para los niños y niñas que viven en sus alrededores.

Cuando hablamos de viviendas protegidas por el Estado, se trata de casas o apartamentos que se otorgarían a todos los dominicanos que viven en lugares o barrios de alto riesgo, pero que los beneficiarios solamente las podrían transferir a sus herederos directos y legítimos, y de no hacerlo así perderían su derecho de propiedad, es decir, no se trataría de un Bien de Familia, pues en caso de traspaso o transferencia, sin la autorización legal del Estado, perderían todos sus derechos, en perjuicio de sus herederos.

Por lo ya explicado, resulta, urgente buscar la solución y trasladar a un sitio seguro a los moradores de La Barquita. Por tanto, manos a la obra.

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