La base del progreso

La base del progreso

COSETTE ALVAREZ
Regresaba a mi casa, previa parada ante el frutero, y me encuentro a nuestra egregia Policía Nacional en un operativo: quitando del medio a vendedores ambulantes y a los que se colocan con mesitas o triciclos en las esquinas vendiendo víveres, frutas, y de todo lo que desde hace años se vende en la calle, menos drogas. Supongamos que por todas las razones municipales, de ornato, de limpieza, de tránsito, de todo lo real e imaginario, efectivamente este tipo de mercado no debería existir.

El caso es que la administración de turno del Estado no tiene nada que ofrecer a estas personas para que produzcan el dinero -cada vez más- que se requiere para mantener la vida propia y de los dependientes.

¿Recuerdan aquella vez que recogieron mendigos para encerrarlos en el manicomio? Y más recientemente, la recogida de menores para terminar en un taller, no de mecánica, ni de ebanistería, sino de ideas y señalamientos a sus padres, quienes seguramente perdieron su tiempo y la precaria producción del día, oyendo a quienes no solamente están llamados a resolverles su situación, sino que a la vez son parte de los causantes de ella.

Pasemos a lo que podría resultar cómico si no fuera tan triste. ¿Será que la Policía no tiene oficio? ¿Será que pretende resarcir la lamentable opinión pública que se ha granjeado por su aparente incapacidad de detener la delincuencia, que ya no se puede considerar como ola, sino como todo un océano en pleno ciclón? ¿Por qué digo aparente? Porque a veces, cuando quieren, encuentran a los delincuentes con una rapidez y eficacia tal, que nos impide entender por qué no funcionan así en todos los casos.

Ni siquiera se puede aclarar un crimen si entre los sospechosos se cuenta algún pariente de funcionario, o de dirigente del partido, debidamente enviado de vacaciones al extranjero hasta que baje la marea. Supuestamente, miembros de la Policía misma mataron a un funcionario del gobierno que había denunciado un intento de atraco de parte de agentes del orden. Nadie se asombra. Nadie se revela. No hay cambios sustanciales en la institución, a no ser el préstamo millonario, en dólares, que el Congreso acaba de aprobarle.

Podría ser también que estén necesitando una nueva camada de delincuentes para seguir llenando las cárceles de culpables de delitos menores, de manera que los delincuentes mayores no quepan y puedan mantenerse activos. ¡Vaya sentido de la solidaridad! El cálculo es perfecto. ¿Qué van a hacer estos vendedores ambulantes cuando el hambre apremie? Salir como Tarzán, con el cuchillo en la boca.

Es que el PLD tiene una idea diferente del progreso, nada solidaria. La base del progreso peledeísta es ese brillo de todo lo que no es oro. Están convencidos de que ocultando la espantosa realidad, todos la olvidaremos. Del mismo modo en que abren foros de expresión de posiciones sobre los proyectos y, una vez todo el mundo desahogado, hacen lo que planearon desde el principio. Pero nadie puede decir que no lo oyeron.

El 57% sí puede estar equivocado, Martha. Incluso, el 100% puede estarlo. Y lo está. Equivocados venimos estando todos desde hace demasiados años. Que nuestras equivocaciones se turnen, por lo menos en el ejercicio del poder, es otra cosa. Daría mi vida por saber de qué madera estamos hechos, adónde fueron a parar los fundamentos de esto que todavía nos atrevemos a llamar sociedad.

Tomamos como parte de nuestro folclor que nuestro derecho al trabajo se relacione directamente con nuestra militancia partidaria, o con nuestra genuflexión. Los peledeístas excedieron palmariamente la práctica de sólo nombrar a sus simpatizantes: los están cancelando masivamente y además, expulsando a dos manos dirigentes de su partido. No se necesitan ni ellos mismos.

Nos hemos acostumbrado de tal forma a ver con naturalidad las asesorías de imagen, igualas, contratos de relaciones públicas, etc., que ya son pocos los medios en capacidad real, en interés siquiera mínimo de publicar lo que en cualquier parte, en cualquier tiempo, sería un escándalo múltiple: una Secretaría de Estado pasando sueldos a cronistas sociales, encima, emitiendo cheques a nombre de una, y cobrándolos otra, que no eructa para mandar a su hijo a retirarlos. ¡Y el final del cuento es que ellas fumaron la pipa de la paz ¿A quién rayos le importa esa amistad? Se declararon cómplices, eso sí.

Entonces, quedan escasas personalidades de nuestra vida pública, incluyendo artistas, que no pagan payola, sea por principios o porque no tienen con qué, y resulta que estamos todos, el país entero, pagando inconsultas payolas ajenas, las payolas de los funcionarios públicos, los mismos que nos regatean de mala manera los servicios para los cuales se les supone en los cargos. ¡Ya sabemos -no entendemos ni aceptamos- por qué dejan de difundir tantas actividades! (que, de noticias, mejor ni hablar). ¡Así entienden la solidaridad, por lo tanto, el progreso!

Fue inaugurada una oficina consultiva para dominicanos en Suiza, ¿Significará esto que van a cerrar la embajada y el consulado, o sencillamente están admitiendo su inoperancia, los dejan y abren otra institución, ya verán, igualmente inoperante? Esto es de una solidaridad sin par que puso bien lejos el planteamiento presidencial sobre el servicio exterior en el discurso de la toma de posesión.

Concluyo con un mensajito a Chiqui Vicioso: Debiste contarle a tu mamá, para que se rieran más todavía, la trastada de recomendar a una revista puertorriqueña la publicación del cuento de la laureada narradora de Puerto Plata, que resultó tremendo plagio de un famoso cuento inglés, lo que hizo rodar por el suelo el honor del país. Mis limitaciones me impidieron captar la intención de tu artículo. Sin embargo, tengo la certeza de que si la intención hubiera sido negativa, no te lo habrían publicado. Y, como respeto a los intelectuales, entiendo que debo agradecértelo.

Otro mensajito, a la JCE y al PRSD: ¿podrían informarme cuántos votos me reconocieron en las actas? Me asiste el derecho de saberlo.

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