La letal pandemia coronavirus ha desplazado la actividad política-electoral a planos inferiores, porque, como expresó el presidente Danilo Medina, “en este momento no hay otra prioridad mayor que proteger la salud y la vida de los dominicanos y dominicanas”. El coronavirus, que ha extendido su mortal estela contagiosa hasta 159 países no discrimina para matar rápidamente a cualquiera.
Y,como reconozco la vocación democrática del pueblo dominicano y la victoria del PRM sobre el PLD en las elecciones municipales, la cual augura, por supuesto, buenas posibilidades para que Luis Abinader gane la presidencia en mayo próximo, pospongo para luego mi comentario al respecto y, obvio asimismo referirme a las inoportunas y perturbadoras acusaciones del secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, contra el partido de gobierno, lanzadas con fines electorales cuatro días antes de las votaciones del domingo.
El periodo especial que viviremos a partir de hoy jueves, y que se extenderá por 15 días, requiere, sin embargo, la declaratoria de emergencia del Congreso Nacional, y ojalá la politiquería no juegue su acostumbrado rol negativo, pues en medio del encono y la naturaleza irreconciliable de nuestra clase política, resulta previsible una dilación antojadiza del proyecto tratando de ganar prosélitos en momentos que la actividad partidaria ha recesado.
El amplio pliego de medidas emergentes destinadas a proteger la salud de la gente supone un alto grado de compromiso de todos los sectores de la vida nacional: congresistas, dirigentes políticos, empresarios, sindicatos, profesionales, las denominaciones religiosas y toda la población.
Aquí, jugamos un rol trascendental quienes manejamos medios de comunicación e influimos con nuestras opiniones: sed responsables, la batalla contra el coronavirus apenas comienza.