La Batalla de Azua. Sanatana ni dirigió ni participó en la misma

La Batalla de Azua. Sanatana ni dirigió ni participó en la misma

160 años nos separan del memorable e histórico acontecimiento de la «Batalla de Azua», acción guerrera protagonizada por los hijos de un pueblo, que adivino al mundo para escribir las páginas más gloriosas que registran los anales de la independencia nacional, y que ennoblecido, dijo presente en las mil batallas que reclamaron su heroísmo.

Se ha querido minimizar la «La Batalla de Azua», todo en beneficio de Santana, y de los que como él (que fueron los que lo auparon), no tenía fe en la Patria. La descripción que de la misma hacen el cónsul francés Eustache Juchereau de Saint Denys y el Coronel del ejército haitiano Dorvelas Dorval, quien participara en la batalla, no deja duda de que fue una batalla planificada y ejecutada, solo que la misma no contó, en el bando invasor, con la resistencia y organización de los defensores de la plaza.

La Municipalidad de Azua, ante la falta de noticias de la Junta Central Gubernativa y vista la proximidad de las tropas invasoras, decide nombrar, por recomendación del Capitán Francisco Soñé, al declinar éste el cargo, al joven Antonio Duvergé, para encargarlo de la defensa de la ciudad, labor que cumpliera con arrojo, pericia y heroísmo sin igual.

Versión del Cónsul Saint Denys: «El 19, hacia las 7:30 de la mañana, los haitianos atacaron vigorosamente a Azua por el camino de Puerto Príncipe. Una pieza de cañón cargada de metralla les impedía avanzar. Un destacamento de cien hombres dando la vuelta al bosque, vino a atacar la derecha del pueblo por un camino que conduce al mar. Fue igualmente rechazado después de haber perdido un coronel que vino a caer a pocos pasos de otra pieza abocada en esa misma dirección. Se replegó entonces para volver a la carga y pronto se entabló el combate, con vigor, en toda la línea al Oeste del pueblo . Los haitianos se dirigieron hacia un tercer camino que se encuentra a la izquierda del pueblo; pero por todas partes fueron derrotados».

Versión del Coronel Dorvelas Dorval: «Imprudentemente al descubierto en su marcha, la columna penetra con confianza hasta la puerta oeste. Todo es silencio en la villa. Thomas Héctor, por ser demasiado fogoso, ordena el paso de carga y la columna se cierra en masa; pero, súbitamente es ametrallada a quemarropa por una pieza de grueso calibre que estaba oculta. El coronel Therlonge hace abrir las filas, y la metralla, no encontrando más que el vacío, rueda por tierra de la que levanta una polvareda. Nuestra ala derecha es diezmada bajo un vivo tiroteo, a través del bosque: los 9ª y 19ª, a pesar de los cactus y otras malezas que tapizan estos lugares, se disponen en flancos y desembocan a los tiradores. Pero, ametrallados a su vez, en las cercanías del viejo convento, se repliegan en desorden, y sus dos coroneles caen, atravesados por las balas»

Así fue la batalla, nada de más ni nada de manos. Obsérvese que el nombre de Santana no aparece en los relatos, y si el de Duvergé, cuando al citarlo refiere el Coronel Dorvelas Dorval: «prueba de ello la descarga de mosquetes hecha en el río Via por el intrépido Boisgency Duverger, uno de sus más valerosos oficiales: este Númida de nuestros desiertos, aparecía y desaparecía con la celeridad del relámpago para mantener la alarma»

Después de tres horas de fragorosos combates, y tras las retiradas del invasor hacia la margen occidental del río Jura, Duvergé se apersona ante Santana, quien había pernoctado con sus tropas en el camino que conduce de Estebanía al pueblo, y le da cuenta de la batalla; después de oírle, decide la retirada, alegando que la plaza no cuenta con medios de defensa apropiados.

Santana no se retiró, más bien huyó con su bizoña e improvisada tropa, al oír la noticia que daba a espía dominicano al Coronel Duvergé, informándole de la llegada del Gral. Suffront con diez mil soldados, para reforzar al Gral. Herad, todo lo cual fué escuchando por el Gral. Santana. Diez mil soldados era demasiado tropa para Santana hacerle frente. Había que cuidar el pellejo. sus soldados no vieron acción en la batalla, Santana no oyó los tiros de la misma. Santana huyó.

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