La Batalla de Santiago

La Batalla de Santiago

En la Batalla de Santiago las tropas haitianas eran comandadas por el general Jean Louis Pierrot y las dominicanas por el general José María Imbert. Las fuerzas beligerantes lucharon durante más de 3 horas.
El general Imbert había organizado y unificado la lucha de los criollos contra la invasión: el general Matías Ramón Mella, gobernador de Santiago, se dirigió a San José de las Matas en compañía del general Pedro Ramón Mena y el capitán José Desiderio Valverde, en busca de refuerzos para enfrentar la segunda incursión haitiana. Esa salida hacia San José de las Matas provocó desorden y desconcierto en el Ejército y en la población.
La primera información la había proporcionado el comerciante inglés Teodoro Stanley Heneken, quien se destacaría como patriota en la Guerra Restauradora, que, al enterarse en Cabo Haitiano de los planes de Pierrot, inmediatamente regresó a Santiago para enterar sobre la situación al general Mella. De modo que cuando los haitianos llegaron a la ciudad ya los criollos tenían estudiadas sus posiciones para el combate; incluso, el general Francisco Antonio Salcedo fue enviado con 500 hombres a la Talanquera, lugar ubicado en la ruta que debía transitar Pierrot en su marcha hacia Santiago a fin de que distrajera al enemigo para que las fuerzas criollas pudiesen ganar tiempo en los preparativos.
Desde lugares estratégicos, usando toda su artillería enfrentaron a las tropas haitianas, y el balance final de los combates fueron más de 700 bajas del lado haitiano y sólo una de los dominicanos.
La acción del 30 de marzo no estuvo exenta de la intriga y de las luchas internas, que eran expresión de la condición de clase de los participantes en la defensa de nuestra soberanía: la pequeña burguesía en sus diversas capas. Llama la atención el caso del antiguo zapatero y capitán José María López cuya militancia en favor de la independencia fue cuestionada luego del rumor según el cual se le consideraba traidor.
Al encontrarse fuera de la ciudad el general Mella, el capitán López fue hecho prisionero, pero enterado de la intriga el general Imbert, que conocía la capacidad de entrega a la causa nacional del acusado, lo nombró al frente de la artillería en compañía del coronel Pedro Eugenio Pelletier y de Archille Michel. Esa línea de combate habría de jugar un papel fundamental en el triunfo de las fuerzas nacionales, sin que con ello se le reste méritos a la acción decisiva del capitán Fernando Valerio y sus andulleros de Sabana Iglesia, quienes se convirtieron en antecesores de las cargas al machete que aplicó el generalísmo Máximo Gómez en la guerra de independencia de Cuba.
Parece exagerada la afirmación de que los criollos derrotaron en varios frentes a una tropa compuesta por cerca de 30 mil hombres. Los nativos que participaron en ambas batallas no debieron pasar de 4 mil: aunque había interés general por impedir el regreso de la dominación haitiana, en los combates siempre participó un reducido porcentaje de la población total del país, la que para los años de la independencia se estima en unos 150mil habitantes, y la ciudad de Santiago, por ejemplo, contaba con unos 3 mil, aunque todo el departamento o provincia tenía unos 33 mil habitantes. Estos cálculos han sido hechos a partir de los datos que sobre el año 1851 ofreció Robert Schomburgh, entonces cónsul británico en el país.
Juan Bosch, siendo presidente de la República, pronunció un discurso sobre la trascendencia de la Batalla del 30 de Marzo, en un acto celebrado en el parque Imbert, de Santiago de los Caballeros; destacamos algunos fragmentos de sus palabras:
“Las fuerzas de toda esta región venían a forzar la rendición del general haitiano, y esa misma fuerza tendrían después que combatir el 30 de Marzo, no en defensa de Santiago, sino en defensa de la República, que estaba representada por Santiago, porque si el general Pierrot hubiera llegado a tomar Santiago esa noche, la República entera habría caído en poder de los haitianos”.
“Ese fenómeno de la creación de la nacionalidad dominicana, (…) que llegó a tener manifestaciones muy tempranas, en realidad viene a cuajar bajo los 22 años de dominación haitiana, es decir, nuestra nación fue creciendo por dentro sin que se dieran cuenta de ellos los que nos dominaban”.

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