Siendo muchacho en víspera de Reyes en Salcedo, escuché a mi Papá y otros parientes de origen árabe, hablar del cuarto Rey Mago. Le pregunté al padre David, párroco de la iglesia de entonces, quien me dijo que era una leyenda proveniente del Medio Oriente. Especialmente de Nazaret y Belén, pero que no aparecía en la Biblia.
Antes no disponíamos de muchos medios para indagar cosas de manera fácil, pero últimamente casi todo se puede buscar en Internet. Así encontré bastante información acerca de Artabán.
Henry Van Dyke, escritor estadounidense y pastor de la iglesia presbiteriana escribió en 1896 un relato sobre la historia del Otro Rey Mago. Sumamente interesante. Incluso hay una película con el título: El Cuarto Rey Mago.
Artabán, el cuanto Rey, había tenido la visión de que nacería el Mesías. Estaba supuesto a encontrarse con Melchor, Gaspar y Baltasar en el Zigurat de Borssipa, en la antigua Mesopotamia, cerca de Babilonia y el río Éufrates.
Llevaba consigo regalos para el Niño Jesús. Un diamante, un jaspe y un rubí. Pero en el trayecto le sucedieron múltiples sucesos que no le permitieron encontrarse con los otros tres Reyes Magos, ni llegar a tiempo a Belén para adorar al Niño y entregarle sus obsequios.
El primer retraso se produjo al encontrar un hombre herido a quien cuidó. Y Así sucesivamente durante su recorrido enfrentó múltiples complicaciones, siempre ayudando a los necesitados.
Tuvo que vender parte de los obsequios. Al llegar a Belén tardíamente, contempló la muerte de los niños ordenada por Herodes, y para salvar a uno de ellos vendió otra piedra preciosa, pero terminó en la cárcel por 30 años.
Tras ser liberado, Artabán descubrió que Jesucristo iba a ser crucificado en el Gólgota, por lo que se dispuso ir allí para entregarle el jaspe que le quedada, como ofrenda tardía y pedirle perdón por no haber llegado a tiempo.
Pero en el camino vio que un padre intentaba vender a su hija para saldar sus deudas. Entonces utilizó la última piedra preciosa para liberarla. Precisamente en el momento en que Jesús murió, produciéndose un temblor de tierra que provocó que una piedra le golpeara la cabeza y quedara gravemente herido.
Entre la muerte y el sueño, Artabán recibió una visita que le dijo: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste, me hicieron prisionero y me liberaste”.
Al escuchar eso Artabán le pregunto cuándo lo había hecho. Lo que hiciste a tus hermanos lo hiciste por mi” le afirmó Jesús, momento en que Artabán falleció, siendo elevado al cielo.
Tuve la oportunidad de preguntarles a sacerdotes en Nazaret y Belén sobre Artabán. Me expresaron que muchos creían por tradición en la existencia de ese cuarto Rey Mago, aunque no aparecía en la Biblia. Pero que igual hay otras bellas tradiciones que tampoco lo están.
Expresaron, además, que ojalá hubiesen muchos otros Artabán. Que viva la tradición de los Reyes Magos.