La Biblia según Saramago

La Biblia según Saramago

De acuerdo al celebérrimo José Saramago, el primer libro de la Biblia debió incluir un tratado de geofísica y astronomía, de biogenética y clonización, explicando a los pueblos primitivos, cómo creó el universo y al “homo sapientísimus”, especie de la que Saramago y otros forman parte. Parodia los diálogos del Señor con Adán y Eva, Caín, Noé,  y Abrahám, en un estilo desgarbado, poco original (debió emular la gracia de Bosch en “Cuento de Navidad”).

Saramago “le marcha” al caso de Caín y Abel. Se pregunta: “¿Qué diablo de dios es este que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín”? No leyó bien, porque lo que dice el Génesis es que Dios: “…no miró con agrado a Caín y a su ofrenda”.

Aparentemente, el autor nunca percibió en una mirada paterna una señal de desaprobación a un hijo que se resiste a ser generoso y desinteresado, clave para la convivencia y el futuro de la humanidad.

(Los psiquiatras captan sus mayores ingresos de hijos que no tuvieron padres “atiemposos”).

El Señor quiso muy desde temprano disciplinarnos el ego, sin anularnos el libre albedrío, del cual nacería luego el amor.

Su estrategia fue requerirnos, por amor más que por temor, lo mejor de nuestras posesiones.

Eso era mucho más fácil y eficaz que darnos una clase de inteligencia emocional y sobre lo conveniente que sería para el futuro de la especie que fuésemos desprendidos.

Porque a Dios no le interesaban los plátanos de Caín ni los chivos de Abel, sino corazones obedientes, sometidos a su amor y a sus estatutos, para el bien de todos. (Salmos 50 y 147; está clarísimo).

Dios también le dijo a Caín, (a quien amaba igual que a Abel): “¿Por qué te has enojado y decaído tu semblante? Si hicieras lo bueno ¿No serías enaltecido?”. Así, en forma de pregunta, como diciendo: ¿No te lo he dicho muchas veces? e implicando que habría más oportunidades, si Caín quería hacer lo bueno.

Y le dijo, además, que él, Caín, tenía la capacidad de dominar la debilidad o egoísmo que había en él (Génesis, 4.7).

Lamentable dispendio de intelecto, que con similar ligereza criticaría a Esopo sus relatos pueriles, para enseñar a gentes sencillas elementos de obediencia y convivencia.

Que es de lo que se mayormente trata la Biblia en los primeros libros: Un rudimentario manual del fabricante.

(Nunca ha traído un televisor una explicación sobre las ondas electromagnéticas).

Saramago acaba (o se le acaba) su novelucha, Caín asesinando a Noé y a toda su familia.

No llega al Nuevo Testamento: Una pena, pues es allí que Dios nos responde, Saramago incluido, con otra pregunta (implícita): “¿Qué clase de Dios es este, que se humilla a los hombres y sacrifica su propio hijo para darnos vida eterna?

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