Según pronósticos de la Cepal, realizados antes de los daños causados por los huracanes, nuestra economía avanzará 4.9% en 2017 y 5.1% en 2018. El estimado del FMI es solo 0.1 décimas menos. La Cepal espera que ocupemos el segundo puesto, después de Panamá, estima será la economía de más aumento con 5.4%. Los países de la Región en promedio crecerán 1.2%.
El comportamiento de nuestro PIB, de ser como lo plantean ambos organismos internacionales, la brecha negativa de producto sería de seis y cuatro décimas en 2017 y 2018, considerando que estudios del Banco Central han calculado en 5.5% el “crecimiento potencial” de mediano plazo. Se trataría de un cambio significativo después de haber experimentado brechas positivas en los últimos cuatro años (el PIB creció a una tasa media anual de 6.5%, 2013-2016), anualmente de un punto porcentual.
Para comprender el cambio de brecha (de positivo a negativo), es necesario apoyar el análisis en uno de los dos modelos clásicos, usados en la literatura económica para discutir cómo las economías fluctúan en sus ciclos y cómo se recuperan. Me refiero al “modelo de rebote” de Milton Friedman (1963 y 1993), estima que a cada periodo de expansión le sigue otro de contracción, que suele ser de tamaño similar, y viceversa. Y al de J. M. Keynes (1936), por el que particularmente me inclino para entender el comportamiento del producto este año y el próximo según la Cepal y el FMI.
Porque la teoría de Keynes validaría el ritmo de nuestro PIB, previó que con una tasa de inflación moderada (como lo que hemos tenido) es normal que el producto fluctúe por encima o por debajo de su potencial, alrededor de lo que llamo “crecimiento natural”, y que aquí e internacionalmente se conoce como “crecimiento potencial”.
Es decir, nos dice que debemos acostumbrarnos a las fluctuaciones del PIB a corto plazo por encima o por debajo del “potencial”, por lo que no debe sorprender que este y el próximo año la brecha sea negativa (el crecimiento observado por debajo del crecimiento potencial). De hecho la economía produjo por debajo de su capacidad instalada en el primer semestre de 2017, creció apenas 4% por caída de la demanda agregada, la inversión se redujo significativamente, el Gobierno excedió el ajuste fiscal y el sector privado demandó menos préstamos bancarios.
Para acelerar el crecimiento del PIB, lo recomendó Keynes, la medicina es crear y mantener políticas que aceleren la demanda agregada. Como lo hizo el Banco Central a final de septiembre, mantuvo sin cambio su tasa de interés de referencia, lo que ha empujado la demanda de préstamos privados, reduciendo las entidades del sector financiero el saldo líquido sin uso. Resta que el sector fiscal continúe el mayor gasto de inversión, manteniendo el déficit del año alrededor de lo presupuestado.
Pienso que la responsabilidad mayor de la ralentización del crecimiento del PIB recae sobre Odebrecht, su engaño ha dinamitado la confianza de inversionistas. Inyecto incertidumbres que se eliminan solo si la justicia hace su trabajo de manera impecable, una condición necesaria, además de las mencionadas políticas de estímulos, para convertir de negativa a positiva la brecha del producto.