La brecha externa fue cerrada

La brecha externa fue cerrada

POR LUIS MANUEL PIANTINI
En el Programa Financiero del Acuerdo con el Fondo Monetario Internacional del mes de Febrero del 2004, se proyectó una brecha o déficit de Balanza de Pagos de US$ 300 millones, que debía de ser cubierta con reestructuraciones de parte del servicio de la deuda pública. Así se procedió a renegociar la deuda con los países del llamado Club de París, mediante la cual se logró un alivio por valor de US$ 193 millones en los pagos programados a ser realizados a esos países durante este año.

Al reestructurar sus prestamos, los países del Club de París demandan que se otorgue igual tratamiento a la deuda con otros acreedores del país solicitante, por ese motivo la Republica Dominicana tendría que reestructurar pagos con otros acreedores, principalmente privados, que vencen este año por valor de US$ 107 millones para completar el faltante.

Es importante hacer notar que el alivio en el  pago del servicio de la deuda pública incluido en el Programa, se justificaba por la proyectada brecha o faltante externo, no porque el Gobierno no tuviera recursos con que pagar, como se pretendió hacer creer. Tanto es así, que en dicho Programa, que fue confeccionado después de la estatización de las compañías distribuidoras, el Gobierno se obligaba a depositar en el Banco Central los pesos ahorrados por ese no pago de deuda al Club de París. El monto que debía ser depositado en Junio pasado era por valor de RD$ 5,300 millones y al final del año por valor de RD$ 8,350 millones.

La desmonetización de los pesos de este depósito en el Banco Central, le permitiría a esta institución mejorar las Reservas Internacionales Netas en US$100 millones durante el año 2004, siendo esta mejoría  parte de los Criterios de Cumplimiento del Programa.

En publicaciones aparecidas en la sección económica  del periódico Hoy hace varios meses, firmas extranjeras de fondos de inversiones, así como otros analistas criollos, cuestionaban el monto de ese faltante externo y aseguraban que según sus proyecciones, el mismo no existiría, pues se habían sobreestimado las cifras de los errores y omisiones (salidas de capitales privados) y subestimado los ingresos por gastos de turismo.

Y realmente dichos analistas tenían razón para dudar de las proyecciones del Programa con el FMI, pues si el año anterior se había obtenido una mejoría significativa del balance de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos equivalente al 9% del PIB, prácticamente sin un acuerdo financiero con el FMI, y este año se estimaba para esa cuenta un superávit  de alrededor del 5% del PIB, con un acuerdo con el FMI, el cual se justificaba precisamente para crear confianza de los entes privados en las ejecutorias de las políticas públicas, pues ya la flexibilidad de los sistemas de precios y los impuestos creados en el 2003 habían producido el ajuste en el gasto privado, ¿como era posible que este año se mantuviera la desconfianza de los entes privados existiendo la supervisión del FMI, al proyectarse un monto elevado como el del pasado año en las salidas de capital privado, reflejado en la cuenta negativa de los errores y omisiones, que era lo que creaba el faltante y justificaba la reestructuración de los pagos de la deuda pública?

Los resultados del comportamiento de la economía  obtenidos hasta el presente, le han dado la razón al escepticismo mostrado por dichas firmas y analistas, al cuestionar la proyección de la brecha externa del Programa con el FMI. Inclusive estos resultados hubieran sido mucho mejores o el gasto privado no habría tenido que ser nuevamente sacrificado con tanta crueldad, si el balance del Gobierno hubiese sido superávitario, como se prometió en dicho programa, y no como resultó ser, manos sueltas en el gasto con un déficit del 3% del PIB.

Las cifras preliminares del primer  semestre muestran un superávit de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos  equivalente al 9% del PIB, mayor en más de cuatro puntos porcentuales a las proyecciones del Programa para el año, aportado nueva vez por el sacrificio del gasto privado. Como consecuencia en gran parte de ese resultado y del factor confianza que no previó el FMI en la cuenta de errores y omisiones, la tasa de cambio se ha estado apreciando significativamente en los últimos meses, no obstante  la succión de divisas del mercado privado por parte del Banco Central al aumentar en unos US$240 millones el valor  de las Reservas Internacionales Netas al pasado 6 de agosto, en relación a su monto al final del pasado diciembre, superando en mas de dos veces el valor de US$100 millones al que se ha obligado el país al 31 de diciembre del 2004. La mejoría de los activos internacionales netos de los bancos múltiples ha sido más impresionante, pues ya ésta alcanza los US$ 518 millones en los primeros siete meses del año.

Los analistas tenían razón cuando observaron que el país tendría capacidad para realizar los pagos de sus obligaciones externas, pues habría holgura de divisas en el sector externo, y el Gobierno no tendría problemas con los pesos para realizar dichos pagos, si se cumplían las proyecciones de sus ingresos, tal y como ha sido cumplida y superada durante el primer semestre, ya que en el Programa se obligaba a depositar dichos pesos en una cuenta en el Banco Central.

Pues resulta que el Gobierno no realizó los pagos externos al Club de Paris, tal y como fue acordado con la aprobación de la renegociación, pero tampoco mantuvo el depósito de los pesos en el Banco Central, sino que los gastó, y aumentó el gasto público en RD$23,770 millones sobre el valor del tope de gasto que tenía que cumplir a finales de Junio según el Programa. Y a propósito, para los que piensan que el gasto público es el motor del desarrollo, ante tal magnitud de ese gasto por valor de RD$73,370 millones, la economía debió crecer durante el primer semestre y no disminuir en 0.5%.

Tal y como muestran las cifras preliminares de medio año, así como el comportamiento de los indicadores macroeconómicos mas recientes; hay excedentes en las cuentas externas, los ingresos fiscales proyectados en el programa fueron superados y se excedió en 50% el tope del  gasto del Gobierno. Luego esta claro que lo que no se hizo fue pagar lo que pudo haberse pagado, acumulando atrasos externos por US$100 millones sin incluir la reestructuración con el Club de Paris. Pero como buen dominicano fullero, aplicamos la máxima del Dr. Balaguer del periodo 1986-90; las deudas viejas no se pagan y las nuevas hay que dejarlas que se pongan viejas.

Después de las holguras mostradas por las cuentas externas y la indisciplina mostrada por el gasto público,  es importante que el Gobierno del Presidente Dr. Leonel Fernández que se propone reestructurar la deuda en consistencia con los criterios del FMI y del Club de París, como lo anunció en su discurso de toma de posesión del pasado día 16, conozca, que la brecha financiera del sector externo que fue proyectada en el Programa para justificar la reestructuración de la deuda pública ya ha sido cerrada, debido a mayores ajustes en el gasto privado y una recuperación de la confianza a partir del 17 de Mayo pasado, que ha generado una significativa mejoría en los activos internacionales netos del sistema financiero nacional por valor de US$758 millones, y que lo que ha estado desbocado ha sido el gasto público, realidad que impide justificar que el pasado Gobierno incumpliera con el pago de la obligaciones externas.

Es más, con el 50% de los gastos en exceso al tope ejecutado hasta el pasado mes de Junio, se hubiesen pagado los atrasos y las obligaciones reestructuradas con el Club de París, sin la necesidad de habernos metido en ese embrollo.

Por  eso la decisión anunciada por el Presidente de reducir el gasto público en 20%, es un certero y responsable mensaje que se envía a la comunidad financiera internacional, de que el país esta dando los pasos necesarios para reestablecer la estabilidad macroeconómica y cumplir con sus compromisos externos, pues como bien lo reconoce en su importante discurso inaugural, a nosotros no se nos necesita para que los mercados continúen su agitado curso y nosotros si necesitamos a esos mercados para poder crecer y desarrollarnos, pues el valor de nuestro comercio exterior es similar al valor de nuestro Producto Bruto Interno y este no es el país de la década de los años ochenta. Además, para los de afuera, fuimos como país, solícitos y alegres en tomar y dispendiar los ahorros e impuestos pagados por otros, sin que nadie nos obligara hacerlo.

El Gobierno que inicia sus ejecutorias estará en manos de un Presidente que ya tiene experiencia de estado, y que conoce lo difícil que será restablecer la credibilidad de la comunidad financiera internacional en el país. En esto no hay milagros como tampoco mucha sapiencia e innovaciones donde se mate el poco tiempo que estará disponible, que debe ser utilizado para actuar rápidamente y demostrar disposición de solucionar los entuertos que ya existen, como claramente fue expresado en su oratoria del pasado lunes.

Pero también el nuevo gobierno tendrá que enfrentar errados cálculos, que tal vez no ha sido de éste sino nuevamente del FMI, sin haberse asimilado la experiencia del año 2001, al fomentar un paquete impositivo que reducirá y retrasará las posibilidades de crecimiento de la economía, afectando negativamente los ingresos fiscales y la restauración del balance de sus cuentas. Proceso recesivo que podría ser mayor de persistir en el tiempo los elevados precios mundiales del petróleo, que ya de por sí actúan como un mecanismo de ajuste, mermando aún más la capacidad real del gasto privado para crear nuevos bienes y servicios, que aumenten la riqueza nacional, el empleo productivo, y generen nuevos y crecientes ingresos fiscales.

Por eso es tan necesaria la decisión del Presidente de que en este momento se sacrifique el gasto público, que hasta el presente no ha sido sacrificado, así como es nuestra esperanza, de que se sustituya el actual paquete de impuesto por la reforma fiscal integral del Programa, para  que se pueda cosechar cuando se tenga que cosechar en un futuro cercano.

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