La brisa le extravió las páginas al religioso en Semana Santa

La brisa le extravió las páginas al religioso en Semana Santa

Teófilo Quico Tabar

Era Semana Santa. Llegó el viernes. Muchos se divertían, descansaban, leían o meditaban. Pero muchos también buscan la palabra y escuchan el sermón. Lógicamente centrado en la pasión y muerte de Jesús. Desde la última cena hasta su crucifixión.


Pero en lugar específico. En un acto solemne y protocolar, al que asistieron las personalidades, el sacerdote con el libro sagrado en sus manos reflexionaba sobre las últimas siete palabras pronunciadas por Jesús en la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”. “Mujer, he ahí tu hijo; hijo, he ahí tu madre”. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. “Tengo sed”. “Consumado es”. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.


Pero sin advertirlo el sacerdote, la brisa volteó las páginas, y expresó: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas.

Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto. Y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas de las sinagogas.


Y continuó diciendo: ¡Hay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, pero tragáis el camello!


¡Ay de vosotros, porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo e injusticia. ¡Fariseo ciego, limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.


¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía e iniquidad.


Y continuaba diciendo: ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?


En ese instante, el acompañante le hizo señas de que se había salido del rigor de la liturgia propia del momento. Entonces dijo el sacerdote: Oigan bien señoras, señores y feligreses, eso no lo digo yo. Eso lo dijo Jesús según Mateo 23.


Y siguió diciendo: Lamento haberme equivocado de páginas. La brisa me las extravió. Espero no haber metido la pata muy profunda. Mi intención no fue herir a nadie en este santo momento en que recordamos la pasión y muerte de Jesús.


Y terminó expresando: “Sin embargo, queridos hermanos, esas palabras deberíamos recordarlas los 365 días del año. Cristo vive. Y su palabra es eterna”.

Publicaciones Relacionadas