Los servicios públicos domiciliarios son los que bien servidos marcan la diferencia entre una sociedad inclusiva o exclusiva. Estos servicios son por los que pagamos para darle calidad a nuestras vidas y a la de todos los ciudadanos, con ellos podemos determinar en qué nivel nos encontramos en los quintiles en que se ha establecido la escala social.
Si tenemos energía las 24 horas de los siete días de la semana, si el agua potable llega de manera permanente a nuestros hogares, si tenemos televisión por cable, si el servicio telefónico es competitivo y permite la libre elección porque existe competencia sana, si la recogida de la basura es frecuente y permanente y sobre todo si estos servicios son de calidad y a aprecios justos, podríamos hablar de inclusión social e igualdad en la provisión de los mismos.
Quien lee lo expresado más arriba dentro del contexto de nuestro país, pensará con todo su derecho en que estamos soñando, pero no. De esa forma son servidos los servicios públicos en la mayoría de los países desarrollados y no tan desarrollados, simplemente se entiende a que son derechos inalienables de las personas recibir esos servicios de la forma más idónea posible, sobre todo en la referente a la calidad, y cuya responsabilidad obliga a todos los que los sirven, llámese sector público o privado.
Entre estos servicios se menciona el gas de cocinar, porque en mucho países este llega por tuberías, pero aquí no lo incluimos porque a las familias de clase media hacia abajo le llega hasta en moto concho.
Cuando se miden los niveles de pobreza, el factor agua constituye el principal de los indicadores para medirlos y ciertamente carecer de agua es casi equivalente a estar enfermo.
El investigador norteamericano Jon Rappoort, cuando escribió sobre la crisis generada tras la aparición del Ébola en África y que puso en alerta a todo el mundo, dijo que el Ébola se curaba con agua.
En un trabajo fenomenal que circuló en varias revistas internacionales y por las redes sociales, afirmó que la propagación de la enfermedad se debía a que en la mayoría de los países donde apareció no había agua, que en los hospitales hacinados la gente se infectaba fácil por la falta de agua y que quien tuviera acceso a agua y jabón estaba libre de la enfermedad.
Vista la importancia del agua, en la agenda de cualquier país, ésta debe figurar como el número uno. Nos referimos a agua corriente en todos los hogares para que la gente se bañe en una ducha, se lave las manos, lave los trastes, el aseo de la vivienda y descargue los inodoros.
En nuestro país mas del 50 por ciento de la población no tiene acceso al agua pública dentro de sus viviendas, el 79% paga para consumir agua potable- de botellón- y el Gobierno solo destinaba el 0.1 % del PIB para agua potable. Estos datos lo ofrece OXFAM en el informe “Privilegios que violan derechos”. tras haberlos obtenido del Censo del 2010.
Soñemos para que en el 2044 todas las familias dominicanas tengan agua potable en sus hogares, deberá ser un compromiso de todos y todas para que la falta de agua deje de ser un indicador de pobreza en nuestro país.