La calidad de vida

La calidad de vida

JOSÉ A. SILIÉ RUIZ
La calidad de vida relacionada con la salud, se ha definido como el valor que se asigna a la duración de la vida modificada por la incapacidad del estado funcional, la percepción y las consecuencias sociales debidas a una enfermedad, un accidente o a una decisión política, social y sanitaria. Nosotros que hacemos neurociencia, vemos con gran frecuencia las consecuencias de enfermedades invalidantes: tumores, derrames cerebrales, traumas de cerebro y médula, Alzheimer, Parkinson. Las investigaciones en lo que respecta a la calidad de vida son útiles para comprender las reacciones del paciente ante la enfermedad y también para evaluar la eficacia de las intervenciones terapéuticas implementadas.

La calidad de vida puede medirse en muchas vertientes, como el bienestar físico y psico-social, el grado de satisfacción del paciente y la familia, la percepción subjetiva de la enfermedad, etc. Como vemos esa calidad de vida tiene una gran complejidad si le agregamos los elementos particulares de cada individuo, pues cada quien tiene su óptica de lo que es el bienestar y las ambiciones son propias de cada mente humana.

Desde el punto de vista estrictamente médico, nos interesan cuatro dimensiones: física, funcional, psicológica y social. En la dimensión salud física, se refiere a los síntomas físicos, dolorosos o no causados por la enfermedad o su tratamiento. La salud funcional hace referencia a la capacidad del sujeto de cuidarse a sí mismo, su grado de deambulación e independencia, su actividad física, así como la capacidad para llevar a cabo sus tareas familiares y laborales habituales.

La dimensión psicológica incluye el funcionamiento cognitivo, emocional (especialmente el estado anímico), el nivel de satisfacción vital, la felicidad y la percepción general de salud. Por último la dimensión social se refiere a la interacción del sujeto enfermo con su entorno, sus contactos sociales (con especial referencia al grado de aislamiento social) y el estado de autoestima personal ante una enfermedad crónica.

Se notará que en el juicio médico no se incluyen cuentas de bancos, ni suntuosidades, ni clases sociales. Sabemos que no es igual en calidad de vida el no poder tener acceso a los medicamentos, el que no se disponga de agua potable o la deposición de excretas, de educación accesible o de alimentación adecuada, prevención de enfermedades transmisibles principalmente en la niñez, que son parte de una vida digna y que hoy día tiene mucho que ver con lo que llamamos calidad de vida, que no necesariamente significa solo ausencia de enfermedad.

De manera errada con frecuencia asociamos la calidad de vida al bienestar económico de modo automático y no debe ser así. Tomemos un ejemplo, un potentado desde el punto de vista económico, con un derrame cerebral que ha dejado una lesión permanente, tiene un daño físico de importancia. Pierde en cierta medida su capacidad funcional, presenta a modo de secuela un severo cuadro depresivo de difícil manejo, se aísla y como este paciente estuvo siempre como única meta en su vida el procurar dinero, la familia armónica como tal no existe, o los afectos y cariños reales, son muy distantes pues él nunca los prodigó cuando debía. Se le agrega al cuadro toda una gama de erráticos manejos por sus herederos en lo conductual y económico, a los que no tuvo nunca tiempo de educar ni de ejemplarizar, entonces es fácil la ecuación resultante, el dinero no significa necesariamente calidad de vida.

Veamos otro ejemplo, paciente del hospital de igual edad, un humilde obrero que apenas gana para el sustento de su familia y como tal los medicamentos indicados por su médico, antihipertensivos, hipoglicemiantes, protectores cerebrales, etc., no los pudo comprar y tiene un accidente cerebro vascular (un derrame), con iguales secuelas físicas, pero con una gran diferencia, tiene una familia amorosa y tierna que lo apoyara y ayudara en la medida de sus posibilidades a el enfrentar sus secuelas de invalidez. En este segundo caso los aspectos psicológicos, ambientales y de autoestima que valoramos al medir calidad de vida paradójicamente serán superiores que las del pobre hombre muy rico sólo en dinero.

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