La calidad

La calidad

La Dirección de Normas y Sistemas de Calidad (Digenor) anunció que comenzará a aplicar, en los próximos días, normas sobre la calidad del pan.

Este es un planteamiento muy importante que pondría de nuevo en camino a ese organismo que pareció opacarse en sus funciones tan importantes en los pasados años.

La Digenor fue creada a principios de la década de 1970 y comenzó estableciendo rigurosos controles sobre la producción industrial de alimentos y otros artículos. En esos años el país se adhirió a los acuerdos internacionales que crearon la Organización Internacional de Estandarizaciones Industriales, más conocidas hoy día por sus normas ISO. Este organismo no gubernamental trató de establecer definiciones de productos y definir las calidades de todos los procesos, de manera que a los consumidores se les entregaran productos en las condiciones de garantía que respondiera a normas universalmente aceptadas.

Las normas de calidad industrial, por tanto, son parte de los procesos industriales modernos y universalmente aceptados. Estas normas establecen procesos industriales y son la base para precios y la calidad que se debe garantizar a los consumidores.

Hay muchas normas creadas en el país, algunas muy antiguas – de las cuales ya hay que deberían revisarse –, y otras más recientes, pero todavía la Digenor no tiene las condiciones especiales para poder controlar la calidad de los productos que se producen localmente y se venden en el mercado.

Muy al principio de su creación Digenor creó los sellos industriales de calidad que le eran entregados a productos industriales dominicanos que cumplían con esas normas. Posteriormente, y coincidiendo con el opacamiento de la Digenor, la importancia de estos controles fueron perdiendo interés para los industriales y el propio Estado dejó de cualificar a los productores.

Ahora se anuncian normas para el pan y se plantean controles para los procesos como una forma de garantizar que los productos locales puedan competir en los mercados de Centroamérica y Estados Unidos cuando comience a aplicarse el Tratado de Libre Comercio (TLC) en poco menos de dos meses.

Aunque las previsiones para comenzar a aplicar el TLC debieron comenzarse hace quince años, luego que el país firmó el compromiso para la integración continental, es muy recién ahora que estamos concluyendo procesos que debieron establecer los ajustes imprescindibles.

Es corto el tiempo y muy ajustado para todo cuanto se necesitaría hacer.

Sin embargo, sea con la ventaja o desventajas del TLC, estas normas deben desde ya comenzarse a generalizar y garantizar su aplicación como una forma de sostener nuestros procesos industriales y elevar la calidad, en competencia real y abierta con otros productos en el mundo.

Será imposible para una economía como ha sido organizada y concebida la dominicana tratar de impedir esa competencia y, es imprescindible, para sobrevivir en esas condiciones, que esas normas existan, pero mucho más importante, que se apliquen realmente.

Los productores locales podrán burlar las normas en el mercado interno por complicidad con funcionarios o la venalidad de los tribunales, pero los mercados del exterior no pueden ser engañados, cuando menos no permanentemente sin sufrir graves consecuencias.

Digenor, por tanto, tiene un reto considerable que no podrá eludir.

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