La calle París, presa del desorden

La calle París, presa del desorden

POR LEONORA RAMÍREZ S.
En la calle París, desde su intersección con la Jacinto de la Concha hasta las proximidades de la Josefa Brea, la única ley que impera es el caos, que funciona   como una suerte de patente para los excluidos de la economía formal.

Padres de familia que carecen de empleo fijo, pero que sobreviven con la venta de alimentos, ropa, zapatos, electrodomésticos o raíces medicinales, se apropiaron de un espacio que no ha podido regular ninguna autoridad edilicia.

Pero la desorganización   sigue creciendo. No  sólo por los buhoneros  que ocupan las aceras y hasta un resquicio de los contenes,  sino de los “motoconchistas” que ubican sus “paradas” a mitad de la vía, impidiendo el paso de transeúntes y otros vehículos.

La  falta no se queda ahí, porque  lo propio hacen los choferes de la ruta Duarte-San Vicente-Villa Faro-Ralma, quienes estacionan sus carros en el lateral derecho de una calle París sitiada por el desorden.

   Aunque agentes de la  Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET) y de la Policía Municipal prestaban servicio en los alrededores, no parecían preocuparse por ese pequeño infierno cotidiano.

Un viejo mal

La arrabalización de la París y sus cercanías  es una  historia que arrastra el fracaso de la Plaza del Buhonero,  construida  en el período 1982-86 por el cabildo del Distrito Nacional, y cuyos beneficiarios se negaron a usar.

  Se trata de los  buhoneros de la Duarte y la París, quienes  prefieren la calle a una plaza que supuestamente no les garantiza un importante flujo de ventas.

Más de una vez han tenido conflictos con el ayuntamiento, y más de un síndico ha prometido eliminar un caos que ya tiene magnitudes de costo político.

La última promesa la hizo el síndico Roberto Salcedo, quien el 26 de enero del 2005  anunció la remodelación del referido centro comercial para los vendedores ambulantes.

Pero ese proyecto forma parte de la remoción de la avenida Duarte, cuyos trabajos debieron concluir en  el 2006.

En el reino de las “voladoras”

Transitar por la calle París amerita   habilidades acrobáticas,  porque se debe zigzaguear entre los vendedores, los demás transeúntes y los vehículos privados y del transporte público.

Pero si de peligros se trata el mayor es  atravesar la calle cuando las guaguas del transporte, las denominadas  “voladoras”, compiten entre sí por los pasajeros.

Una lucha suicida que tiene en esta zona las más descarnadas manifestaciones, sin que aparentemente preocupe a los agentes de AMET.

 LA FALTA DE HIGIENE

 En ese mercado ambulante por el que transitan diariamente cientos de personas, las ofertas de comida incluyen frituras, salchichas, frutas, jugos, entre otros comestibles que se venden a la intemperie y muchas veces a la vera de aguas residuales con hedores insoportables.

El control de calidad es un término que allí no se conoce.

Libre de impuestos

Entre los buhoneros de la París no hay líneas divisorias; están tan apretujados como las mercancías que exhiben en el piso o en las mesas instaladas cerca de la calle.

 Ellos son la opción de los que no pueden comprar en las grandes tiendas cercanas, porque el precio más caro de una ropa usada puede ser de RD$60.00 y el mínimo de RD$10.00.

Ayer, Victorino Báez vendía las prendas de menor calidad a RD$5.00.

Tanto él como Víctor Andújar, un próspero vendedor de zapatos, están conformes con el  cabildo por  la vigilancia de la Policía Municipal, pero sobre todo porque no pagan impuestos por el espacio común que ocupan.

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