La calle y la masculinidad en la sociedad dominicana

La calle y la masculinidad en la sociedad dominicana

El hombre es de la calle, la mujer de su casa”. Esta expresión reafirma el espacio de socialización principal de hombres, niños y jóvenes, la calle (espacio fuera del hogar dentro de las comunidades).  El espacio “calle” es el lugar  de los procesos de socialización y enculturación de la masculinidad. En etnografías realizadas en distintos barrios y comunidades rurales del país observamos la vida cotidiana de ambos sexos y su distribución del tiempo en distintos espacios.  El 70% del tiempo del día para el sexo masculino transcurre en el escenario calle. Todo lo contrario ocurre con el sexo femenino, que dedica este tiempo a actividades en el hogar con fuertes restricciones a salir hacia “la calle”. La calle es un espacio culturalmente satanizado para la mujer, porque se considera un espacio masculino, si la mujer sale  a “la calle” se considera que está “compitiendo” con el hombre y se le descalifica “moralmente” (entra a ser “puta” o “cuero”) para así crear un muro a su inserción.

La construcción de la masculinidad desde el espacio calle tiene muchas dimensiones, algunas de ellas son:

• Aprendizaje de la violencia como juego y defensa. Los niños y jóvenes aprenden con sus grupos de pares que deben “pelear” para defenderse o simplemente juegan a “pelear”. La pelea se convierte en uno de los principales “juegos de varones” y con ello se interioriza la violencia como una reacción espontánea.

• Manejo de la sexualidad y su contenido de virilidad asociado a imposición y la conquista sin “límites”. La sexualidad tiende a ser aprendida con los grupos de pares por la ausencia de orientación y comunicación sobre este y otros temas entre adultos y niños-jóvenes. Niño y  joven reciben de sus amigos y pares las orientaciones sobre sexualidad que tienden a reproducir el modelo patriarcal y sexista.

Las principales orientaciones tienden a reforzar la iniciación temprana de la sexualidad, entendiéndose que el placer sexual es lo que “hace al niño un varón-macho” y sobre todo su dominación en la relación de pareja. Otro aspecto es la búsqueda de múltiples parejas en relaciones espontáneas o temporales que son los llamados “agarres” o “mangueos”. Debe estar acompañado de destrezas en el uso de “piropos” y en la “rápida conquista”.

Muchas de las pautas culturales que marcan la masculinidad en nuestra sociedad se producen en “la calle” y con ello en la socialización con “grupos de pares”. Los grupos de pares  ejercen una fuerte presión social hacia el sexo masculino que busca ser “aceptado socialmente” por sus amigos desde la niñez. “En la calle se aprende a ser hombre”. 

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