Las discusiones, preocupaciones y temores sobre las catastróficas condiciones en que discurre la cotidianidad de la sociedad haitiana y de las migraciones venidas de Haití son cada vez más variadas e intensas, como erráticas o contradictorias son algunas iniciativas que al respecto se toman en sectores gubernamentales, políticos, de la cultura e incluso de la intelectualidad. Nadie con un mínimo de sensatez niega el derecho de cada Estado a tener su política migratoria, pero nadie con un mínimo de cordura puede aceptar que ese derecho no tenga sus límites, que en su aplicación puedan violarse la dignidad y la integridad física y moral del ser humano. “Camiona”, es como se le llama al medio de apresamiento/transporte utilizado por Migración en su política de redada contra los migrantes haitianos o de origen supuestamente irregulares, a los cuales detiene y monta generalmente violando principios de derechos humanos.
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Conforme se desarrolla el fenómeno migratorio a nivel mundial, se multiplican los actos de violencia contra los migrantes en diversos países, que van desde diversas formas de acoso hasta asesinatos. Ese lastre se extiende hacia las mujeres y todo aquel que es percibido como “diferente”. Buscando establecer jurisprudencia para penalizar esas acciones, algunos juristas las tipifican como delito o crímenes de odio. Con ello pretenden establecer una ley de carácter mundial para reforzar los principios universales de los derechos humanos. Las acciones de los cuerpos represivos Migración pueden considerarse delito de odio, definido como “un acto ilegal que incluye una selección intencional de una víctima basada en un sesgo o prejuicio del perpetrador contra el estatus real o percibido de la víctima” (Aguirre, 2011).
Además de cometer delitos de odio contra los detenidos en las “camionas, incurren en extorsiones, golpizas y humillaciones a las víctimas, las asaltan y se reparten el dinero. Un delito de asalto podría llamarse. En ese tenor, sabemos que los sentimientos no son innatos, estos son enseñados/aprendidos en los hogares, las academias, los medios de comunicación, etc., en la “camiona” se enseña y/o refuerza el odio, tanto en la víctima como en el victimario. El actual Gobierno ha asumido con sistematicidad la correcta política de ser la voz más firme en los foros internacionales en el reclamo a la internacional para que asuma mayores niveles de compromisos para que Haití. También lleva a cabo importantes iniciativas en el plano de diplomático tendentes a mejorar las relaciones entre ambos países, pero casos como los abusos en la “camiona” restan efectividad y provocan frecuentes desencuentros con legaciones de organismos internacionales.