EFE. Reportajes.- En el occidente de Honduras, en el departamento de Lempira, se levanta el pueblo de La Campa, que tiene fama por el fino acabado de sus artesanías, unos trabajos realizados solo por mujeres de la etnia lenca, que trabajan piezas grandes o pequeñas, pero siempre a mano.
La piel de María Desideria Pérez tiene el color del barro que desde los doce años comenzó a dar forma con sus manos, hasta llegar a lo que ahora es su taller construido con el apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Esta mujer de 62 años, de los que 50 se ha dedicado a la alfarería, ha alternado su vida entre los oficios de ama de casa, esposa, madre de diez hijos y el trabajo de moldear el barro con sus manos, para dar forma a las obras de artesanía que caracterizan a su pueblo de la etnia lenca de La Campa, en el occidente de Honduras.
La Campa es decir barro y mujer; agua en abundancia, maíz y frijoles; candela y café; iglesia, dulce de caña y pan de casa; fe y esperanza; bosques y canto de niños; arena, pobreza y olvido; ave en vuelo; hortalizas, montañas. Es también decir rincón de paz, seguridad y honradez que tanto le faltan al mundo.
Las alfareras de La Campa son reconocidas en todo Honduras, no solamente por el fino acabado de sus artesanías, sino también porque todas las piezas, desde la más pequeña, como un silbato en miniatura en forma de conejo, hasta un imponente jarrón de más de un metro, son hechas a mano.
Una técnica sin usar el tono. María Desideria y las pocas mujeres alfareras lencas que quedan en La Campa, quizá unas 300, no utilizan tornos para dar forma a sus múltiples piezas cóncavas o planas, lo que sí hacen artesanos de otros pueblos de Honduras.
“Yo aprendí alfarería con mi madre, Teodolinda, y ella igual. Mi esposo -Efraín Santos- me ayuda solamente a quemar las piezas en el horno y a recoger los materiales que conforman el barro, una arena amarillenta que hace función de eliminar grasa en el barro y la leña”, dijo María Desideria a Efe.
La Campa es uno de los municipios del occidental departamento de Lempira, nombre tomado del cacique del mismo nombre que, según apuntes históricos, murió luchando cuerpo a cuerpo contra los conquistadores españoles hacia 1536.
Otro atractivo de La Campa, donde muchas alfareras secan y cuecen sus piezas al aire libre y otras en hornos, es su hermosa iglesia colonial, de estilo barroco, en honor a San Matías, que fue construida entre el siglo XVII y mediados del XVIII.
María Desideria recuerda que hace unos pocos años llegaron a su casa “unos señores españoles” a visitarla para hablarle “de un proyecto” y le preguntaron “¿qué necesita para ayudarle?”.
“Les dije que dinero para construir un taller para trabajar en mejores condiciones, porque el espacio que tenía era muy estrecho y no podía atender de mejor forma a estudiantes, turistas y otra gente que me visita para conocer el trabajo que hago”, agregó.
Después de varias sesiones la iniciativa española de ayudarle se quedó en proyecto.
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Sueño hecho realidad
Pero “como a los dos años otro personal de la misma Cooperación Española llegó y me dijo que habían hallado el plan inicial y que me ayudarían a hacer el taller, pero yo ya no les creía.
María Desideria es hoy una de los beneficiarios con un proyecto de asistencia en varios campos a pueblos pobres de la región occidental de Honduras.