La campana y el badajo

La campana y el badajo

Con muchísima frecuencia los economistas –en todo el mundo– anuncian “el agotamiento del modelo”. Como se trata de especialistas en la “ciencia económica”, concluimos que se refieren a “modelos económicos”. Es razonable pensar que no aluden a modelos del movimiento de partículas atómicas, a modelos del sistema planetario copernicano. Pero cabe preguntar: ¿existen realmente modelos económicos en la realidad? Claro está que, de una manera general, podemos hablar de economías centralmente planificadas y de economías de mercado. Pero ni en China, ni en los EUA, podemos encontrar esas dos formas de producción en estado “químicamente puro”. Todo está entreverado, superpuesto o “hibridado”.

A veces podríamos pensar que esos economistas llaman modelos a las “tendencias” hacia ciertos renglones de la producción. Existen “economías industriales”; también las hay orientadas hacia el comercio o los servicios. Obviamente, las tres cosas se desarrollan en todas las economías, en diversas proporciones. En ocasiones suponemos que ellos se refieren a los sistemas de crédito, a los “estilos de vida”, sean consumistas o austeros. El caso es que no acabamos de comprender cuál es “el modelo que se agota”. Las economías se desenvuelven, de manera espontánea, al margen de economistas, gobiernos, bancos centrales. Los poderes públicos siempre intentan influir, fomentar, poner diques, a la marcha de la economía.

Una marcha “informal” e imparable, en la cual los “modelistas” deben conformarse con “echar un ojo” o intervenir de soslayo. El gobierno socialista de Cuba, después de cincuenta años de experimentos “modélicos”, ha permitido los “cuantapropistas”, esto es, personas que trabajan por cuenta propia. Una opción conocida desde los tiempos bíblicos. Recientemente, algunos sociólogos han afirmado que en la América Latina está incubando un “cansancio de la democracia”. Insinúan que podríamos volver a prohijar dictadores en muchos países.

Quiere decir que pasamos la vida entre pronósticos económicos y presagios políticos. Sociólogos y economistas han ocupado el lugar de astrólogos y profetas. Estos “horóscopos sociales” no se cumplen, a pesar del continuo campaneo que se les dedica. No se ha “agotado” el modelo económico; el desencanto por la corrupción de los partidos políticos no debe, necesariamente, conducirnos a dictaduras: al “cansancio” de la democracia. Pero tanto tocar esa campana ha “fatigado” el metal del badajo.

 

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