La cañada Guajimía “mata”, pero sólo allí llega el agua

La cañada Guajimía “mata”, pero sólo allí llega el agua

POR LLENNIS JIMÉNEZ G.
Vivir al lado de la cañada Guajimía por primera vez marca la diferencia, significa un privilegio y tiene un claro beneficio. Y es que, a diferencia de la parte alta del sector Buenos Aires de Herrera, en la zona baja de la cañada del mismo barrio nunca se va el agua.

Un año sin ver agua en la tubería de su casa tiene Ada Ramírez desde que se mudó a la calle Libertad Dolores, número 40, de Buenos Aires, en  Santo Domingo Oeste.

 Ya es una tradición el peregrinar que a diario hacen todos sus hijos, entre nueve y 15 años, para coger la poca agua que llega a las redes de la cañada, a donde nadie quisiera habitar, aunque por obligación tienen que visitar.

Los más pobres entre los pobres, así son considerados los residentes alejados de  la cañada, en el punto donde la escasez es más acentuada.

 A estas familias no hay que buscarles un ángulo para explicar su suplicio. Aprendieron a convivir dependiendo de una manguera, pidiendo agua potable a sus vecinos con cisterna y, de los contrario, cargando galones y cubetas a toda hora del día.

  Se trata, cuando de conseguir agua se refiere, de gestionarla en el más recóndito lugar. Los niños y adolescentes de Buenos Aires tienen que romper las barreras de la distancia para obtener el suministro,  tal es el caso de Ornelia Montero, de 13 años, y de su amiga Thalía Arias Perdomo, de 12 años, quienes se hacen señoritas en medio de la odiosa tarea, cargar galones de agua hasta llenar los respectivos tanques de sus casas en la calle Libertad Dolores esquina México.

El apuro de esta gente reclama una mejor forma de vida, la que dicen que le roba el pésimo ambiente en que se desenvuelven. Además de la delincuencia, la falta de energía eléctrica, a diario tienen que pensar en cómo conseguir el agua potable y comprar la de tomar.

“El agua está mal. Ya estoy cansada. Tengo que llenar el tanque y este sol está muy caliente, y mis amigos se cansan al llegar el mediodía”,    este es el fragmento del  lamento de la pequeña Arias Perdomo, quien crece en medio del polvo y la marginación de un sector donde falta de todo, incluso, el agua.

Fuera de la escuela, todos promovidos de curso y a la espera de la llegada del inicio del próximo año escolar, la mayor parte de su tiempo los muchachos de Buenos Aires lo pasan en el trayecto de la llave. La odisea los  marca a todos y la comparten en el camino a la cañada Iván Patricio, de 12 años; Luiyi García, de 12 años; Osiris Montero, de 9 años, y Aronis Ramírez, de 19 años. Esta última ya se avergüenza de tener que realizar la irremediable labor.

QUEJA AL RESIDENCIAL

Alrededor de ocho familias en la calle México esquina Lanza denunciaron que desde septiembre pasado no reciben agua y que son infructuosos los reclamos a la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD).

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