La Cancillería

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El presidente Danilo Medina presentó al país una sorpresa, distinta a las que realiza cada domingo para respaldar a los productores agropecuarios, sino en designar canciller a un desconocido absoluto en la persona de Andrés Navarro.

Desconocido no debiera constituir un rechazo primario, como acontece en nuestro medio en relación a un individuo que se designe en una posición pública o privada, considerando que antes de ser electo por primera vez a la Presidencia de la República, Leonel Fernández era muy poco conocido y el presidente Danilo Medina lo propio antes de desempeñarse como legislador, las referencias abundan, y la cuestión se centra en la eficiencia del designado para superar los retos.

Andrés Navarro se desempeñó en la alcaldía de Santo Domingo y luego en el Ministerio de Obras Públicas, donde era conocido en esos reducidos círculos, no más allá, y procediendo de un despacho que promueve la reelección como lo es Gonzalo Castillo, se presume que su misión estriba en restaurar la maltrecha dependencia, anquilosada de ineficiencia y corrupción como nunca en su historia.

Cortar por lo sano, escudriñar la hiper nómina de personal innecesario y ocioso, identificar quienes cobraban aquí designados en el exterior, por cuánto tiempo, constreñirlos a devolver los salarios no honrados y burlados al contribuyente y al fisco, traducirlos a la acción judicial, incluyendo para condenarlos a un día de cárcel como el INDRHI de sus desmanes.

Cuáles funcionarios cobraban peajes a personal designado en el exterior residentes en el país y precisar la gran culpa del ingeniero Carlos Morales Troncoso en esos antros corruptos, y eso no es demasiado exigir, cuando se trata de sanear el albañal del ministerio que refleja la conducta del Gobierno en el interior del país y sobre todo, en el exterior.

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