La candidatura de Eduardo Estrella

La candidatura de Eduardo Estrella

Si la candidatura presidencial de Eduardo Estrella hubiera surgido sin las sombras de que es el resultado de un sospechado fraude en perjuicio del ex presidente de la República Jacinto Peynado, otra fuera su posición en las encuestas, porque no le hubiera faltado el respaldo unánime de todos los reformistas, y otro fuera el panorama electoral para los comicios del 16 de este mes.

El sospechado fraude, se ha dicho siempre, fue incurrido en las primarias efectuadas en San Pedro de Macorís como parte del procesos para elegir al candidato presidencial reformista.

Los núcleos alrededor de Peynado quiso que las votaciones fueran repetidas, sólo en aquella provincia. Los dirigentes conocidos como La Casa rechazaron la solicitud. Así, amplios sectores simpatizantes con Peynado, pero también con el ex vicepresidente Carlos Morales Troncoso, Donald Reid Cabral, Leonardo Matos Berrido y otras figuras importantes del partido declararon su disgusto, su renuncia a aceptar como válida la candidatura Estrella y su determinación de no respaldarla. Eso se ha cumplido.

La sospecha del fraude contra Peynado fue prácticamente confirmada por una confesión del Presidente. «Sus» muchachos pepehachistas «metieron la mano en las primarias reformistas». A lo largo de la administración ha sido trueno sordo el rumor de componendas entre el gobierno y los de La Casa, supuestos beneficiarios de prebendas oficiales.

Eduardo Estrella proyecta seguridad en sí mismo, ecuanimidad y comportamiento sereno. Ni alborotado ni alborotador. Le ganó simpatías su desenvolvimiento en la primera ronda del programa `Las propuestas de los candidatos`, del Grupo de Comunicación Corripio, transmitido al país por Teleantillas. En el momento que escribimos está desarrollándose la segunda ronda. Empero, esos atributos no han sido motor para que su candidatura alcance, en más de un año de proclamarse, la popularidad que muchos esperaban. En la única encuesta que lo colocó en el segundo lugar su posición era muy distante, casi inalcanzable del primer lugar, del cual ni el gobierno, con los incontables recursos del erario empleados en el proyecto de «la maldita reelección» ha podido apear al candidato peledeísta Leonel Fernández.

Vemos pues, la candidatura Estrella en una disyuntiva peligrosa. Ha jurado el candidato reformista que en ninguna circunstancia pactará acuerdos electorales con otro partido. No lo hará ni para la primera vuelta ni para una eventual segunda que pocos esperan. Debe creerse la palabra de Estrella, porque aunque otros políticos degradaran la suya creída como seria, con tanta facilidad como pasmosa indiferencia, no tienen otros que poner a rodar la suya arropada por cunetas de desprestigio.

El peligro que le vemos a la candidatura Estrella es que recibirá, de sus compañeros dirigentes de La Casa, cuantas presiones haya para que se mantenga en la contienda, no obstante su desfavorable posición electoral. Pero resulta, que si como parece previsible pierde su primer intento de investirse Presidente de la República, puede achicharrarse, y desaparecer políticamente. Entonces, sus compañeros dirigentes ahora aupándolo, serán los primeros ausentes de su lado, porque tienen la misma aspiración de ser Presidente. «Ya tuvo la oportunidad y fracasó», se les oirá decir. Estrella debe recordar a Gracián: «al tigre muerto hasta los perros se le suben encima».

Si Estrella tiene voluntad y vocación para mantenerse activo en política no importa los imponderables, le conviene reflexionar, cuando todavía tiene tiempo, acerca de la disyuntiva comentada. Debe hacerlo en la intimidad de su núcleo familiar, que nunca le va a fallar. Hacerlo en la intimidad de su almohada, y en la de su conciencia. La temeridad nunca ha sido valentía. Ni la imprudencia una gracia.

Balaguer dijo alguna vez que «Estrella es una estrella», refiriéndose a su desempeño como ministro de Obras Públicas. Por tanto, debe el ingeniero evitar que se lo manipule y se lo utilice en el juego de los que no se interesaron en unificar al Partido Reformista para mantenerlo como opción de poder, y prefirieron agarrar sus estructuras como el mono a un coco.

Alguien que sea estrella no merece vejaciones.

Si el candidato reformista «pone los oídos en el corazón del pueblo», escuchará sólo un clamor: «E` pa fuera que van». Porque a la gente se le ha metido en la cabeza que no habrá segunda vuelta. Hasta un anuncio comercial está diciéndole a la población que «para saber elegir no hay que dar dos vueltas».

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