La candidatura reformista

La candidatura reformista

El Partido Reformista debe en los próximos días fijar la fecha de su Asamblea de Delegados, la cual tendrá la responsabilidad de escoger su candidato presidencial.

La decisión de ir con boleta independiente no debe ser tema de discusión a lo interno del partido, ya que como hemos explicado anteriormente, se trata de un mandato de Tercer Congreso, ratificado por la Comisión Política el cual no ha sido revocado.

La escogencia del candidato que represente a los reformistas en el venidero torneo electoral, ha sido objeto de grandes debates internos y externos.  Que se sepa, hasta ahora, cuatro meritorios compatriotas han inscrito su candidatura o por lo menos han manifestado públicamente su interés en competir  para alcanzarla. 

Sin embargo, la mayoría de la dirigencia reformista incluyendo a los aspirantes, reconoce en su íntimo convencimiento, que es imposible llegar a la Asamblea de Delegados sin que exista un previo acuerdo consensuado.

Por otra parte existe la realidad de la figura del actual presidente del partido, Ing. Carlos Morales Troncoso, quien por su trayectoria, imagen, prestigio y sobrados méritos, es visto por gran parte del conglomerado reformista interno y externo como la persona más adecuada para representar el partido en una contienda electoral.

 La posición de Morales frente a los constantes reclamos que recibe para que asuma esa tarea, ha sido invariable y categórica. “No tengo por el momento agenda personal dentro del partido”, ha manifestado, “mi única prioridad es trabajar para el fortalecimiento y crecimiento sostenido de nuestro partido”.

Esta posición reiterada por Morales y con seguridad nacidas de su absoluto convencimiento, no ha sido acogida con la solidaridad que merece por sus correligionarios.

Los más, convencidos de que es la vía más expedita y potable para encabezar la boleta y sus adversarios internos por temor de que una participación de esta envergadura, pueda frustrar sus aspiraciones.

La balanza reformista se sopesa entre dos disyuntivas reales.  Acatar el mandato de sus organismos yendo con un candidato propio a las próximas elecciones o precipitar una alianza electoral que pueda alimentar en condiciones poco ventajosas para sus intereses, la fuerza electoral de otro partido.  Con la primera, se conservaría intacta la identidad partidaria, con la segunda se corre el riesgo de una definitiva desintegración.  

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