La capitalización de la tragedia en comunicación política

La capitalización de la tragedia en comunicación política

El pasado sábado el expresidente y candidato a la misma posición en la presente contienda electoral,  Donald Trump, resultó herido en un evento de campaña en Pensilvania. En el confuso incidente una persona perdió la vida y otras dos resultaron gravemente heridas, según el reporte de las autoridades.

El sospechoso de realizar el ataque armado fue abatido a tiros en el lugar del ataque por un francotirador del Servicio Secreto de Estados Unidos, tenía 20 años y era de Bethel Park, Pensilvania.

Ante tan desafortunado hecho,  la campaña presidencial  de cara  a las elecciones de noviembre ahora tiene una nueva imagen simbólica: Donald Trump, momentos después de evitar por poco una lesión grave o la muerte por las balas, de pie con el puño en alto, con sangre en el rostro y una bandera estadounidense ondeando detrás de él.

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El candidato republicano marca como favorito desde el pésimo desempeño del presidente Joe Biden en el debate presidencial realizado hace dos semanas y tras el tiroteo de las rápidas acciones de comunicación sus posibilidades de victoria han aumentado significativamente.

«Me dispararon con una bala que perforó la parte superior de mi oreja derecha”, dijo Donald Trump en un comunicado después del ataque. Supe inmediatamente que algo estaba mal cuando escuché un sonido silbante, disparos, e inmediatamente sentí la bala desgarrando mi piel. Había mucha sangre y entonces me di cuenta de lo que estaba pasando”, fueron sus las primeras declaraciones de Trump a través de un comunicado.

En la primera entrevista que ha dado tras el ataque, al diario Washington Examiner, el exmandatario aseguró que ha cambiado el tono y el contenido del discurso que ofrecerá en la convención para centrarse en la unidad en lugar de criticar al presidente Joe Biden. «Es una oportunidad para unir al país. Se me dio esa oportunidad», afirmó.

El ataque ya es parte del debate partidista, y es que desde el suceso numerosos dirigentes del ala republicana  se han pronunciado para condenar al presidente Biden y a los demócratas por crear un entorno  a nivel de discurso que consideran propicio para la violencia.

En consecuencia, la campaña de Biden ya retiró toda la publicidad negativa dirigida al expresidente, para que no se considere inapropiada dado al sentimiento de repudio generalizado de un ataque como este.

El contexto importa

El fallido atentado  al expresidente se relaciona con varios temas que la campaña del expresidente ya estaba planeando para la reunión cuatrienal, que culminará con Trump subiendo al escenario para aceptar la nominación de su partido el jueves por la noche.

El primero es que podría dar un impulso a la política de agravio y persecución que ha sido un foco central de sus discursos en los mítines y publicaciones en las redes sociales.

Además, los seguidores de Trump, muchos de los cuales lo apoyan como si fuera un héroe y ahora un “mártir”, tendrán aún más razones para identificarse con un hombre que casi perdió la vida estando frente a ellos.

El roce del expresidente con la muerte está en línea con el contraste que la campaña de Trump tratará de establecer enmarcando la masculinidad y la fuerza robustas que representan su candidato y su partido frente a su débil oponente.

Esto podría ser potable en términos de comunicación política, frente a la avanzada edad y la duda antes las capacidades del presidente Biden que no han pasado desapercibidas durante  su campaña estos meses y que han provocado una crisis de confianza en su esfuerzo por la reelección.

No obstante, si bien se ha hablado mucho sobre cómo esta campaña presidencial ha cambiado drásticamente por el intento de asesinato, no hay garantía de que la carrera no regresará al punto de empate en los tres meses anteriores al día de la elección.

Sólo que ahora los demócratas tienen menos tiempo, menos ventaja económica y menos oxígeno político para inclinar la dinámica electoral a su favor. Sin embargo, esta  tragedia demostró más claramente que las expectativas y las narrativas políticas pueden cambiar en tan sólo segundos.

Además, este derramamiento de sangre sin dudas deja una nueva marca en la sociedad estadounidense, afectando la apariencia de seguridad de los niveles más altos de la política presidencial como: controles magnéticos, limusinas a prueba de balas y agentes del Servicio Secreto fuertemente armados.

Pero sobre todo, recordando como ni siquiera los expresidentes están aislados de la violencia que puede estallar en la vida cotidiana del pueblo estadounidense.