La captura de Saddam

La captura de Saddam

Sin disparar un solo tiro, cayó en manos de los norteamericanos el depuesto dictador iraquí Saddam Hussein. A partir de ese hecho, la historia ha de asumir un giro distinto, imposible de pronosticar.[tend] Tal vez por ello, el presidente Bush ha declarado, con cautela, que la guerra sigue siendo peligrosa.

No se sabe todavía las posibles reacciones de sus seguidores, tampoco se puede adelantar juicio en torno a si con su captura, se inicia el fin de la violenta resistencia que ha presentado un sector del país, a la invasión por parte de tropas de los Estados Unidos.

En comentarios variados, algunos opinaban sobre la pertinencia o de no haber causado la muerte al fugitivo dictador. Al respecto, mi posición es que los americanos no actúan así, que tener prisionero a Saddam es un importante trofeo de guerra y que muerto éste, se convertiría en mártir de millares de árabes que lo hubiesen visto como un valiente asesinado por el enemigo interventor.

Como símbolo, la prisión del derrocado mandatario, representa una indudable victoria para el presidente Bush, pues la captura llega en momentos de dificultades y cuando las encuestas le dan una merma en su popularidad. Si se une la victoria actual con una mejoría en la economía, su reelección sería un hecho en noviembre del 2004.

Debemos tomar en cuenta que las constantes bajas de soldados norteamericanos y de la coalición, es un elemento de fuerte presión, en la opinión pública de su país y a nivel mundial. Por ello, si como resultado de la caída de Hussein, merman dichos ataques, se debilita la resistencia y la reconstrucción de Irak avanza, nadie podrá impedir que Bush gane la reelección.

Pero si, por el contrario, se incrementan esos ataques, si se siguen produciendo bajas y atentados, si se torna aún más explosiva la situación y, a la par, se debilita la recuperación económica interna de los Estados Unidos, entonces el mandatario norteamericano enfrentaría mayores dificultades para repetir en la Casa Blanca.

Resulta, es evidente, imposible vaticinar cosas concretas en un panorama tan complejo como el de Oriente Medio y particularmente en el escenario iraquí. No olvidemos que los árabes profesan creencias religiosas y una filosofía de la vida diferente a la que observamos los occidentales. También está el indudable elemento de la invasión y ocupación de tropas extranjeras en Irak, lo que crea resentimientos en la población.

Finalmente, lo que deseamos los que amamos la paz, la confraternidad y la dignidad de los pueblos es que se restablezca la libertad y el orden en Irak, que se deje el gobierno del país en manos nativas, que el mundo coopere con la reconstrucción del devastado y rico territorio iraquí, que se socorra a la población que padece los rigores de la guerra y que la nación árabe encuentre los caminos del progreso a que tiene legítimo derecho.

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