La cara oculta de J.F. Kennedy

La cara oculta de J.F. Kennedy

Si hay un libro que los estudiosos de la política y el comportamiento humano deben leer es «La cara oculta de J. F. Kennedy, escrito por el reconocido periodista norteamericano Seymour M. Hersh, publicado originalmente en inglés en 1997 y en español al año siguiente por la Editorial Planeta de Barcelona, España.

Se han escrito tantos libros sobre el Presidente Kennedy que este me pudo pasar desapercibido durante cinco años. Creo estar seguro de haberlo visto más de una vez en librerías, pero no llegó a mis manos hasta noviembre, como regalo de cumpleaños que he agradecido muchísimo.

Se trata de una obra de absoluta seriedad que conllevó cinco años de investigación y más de mil entrevistas, en la que cada afirmación está sostenida, ya en testimonios de actores y participantes de los hechos que relata, como en la documentación oficial, gran parte de la cual permaneció bajo restricción durante más de un cuarto de siglo. El libro de Hersh tiene el mérito adicional de que revela importantes documentos.

Este es un libro dramático por cuanto destroza el mito construido en torno a los hermanos John y Robert Kennedy, alimentado sin duda por la circunstancia de que ambos fueron víctimas de asesinatos. El primero cuando aún le quedaba más de un año de mandato y se abocaba a la búsqueda de la reelección, y el segundo en plena campaña electoral de 1968.

Durante todos estos años una de las más abundantes bibliografías sobre un político contemporáneo nos había vendido a un personaje paradigmático, modelo del nuevo estadista de la democracia más fuerte del mundo, resumen de la honestidad y el éxito y portador de nuevas formas de concebir y realizar la política.

Seymour Hersh destroza el mito Kennedy desde los orígenes de la fortuna del tronco familiar, Joe Kennedy, como contrabandista de licores en la época de la prohibición, traficante de influencia cuando embajador en Gran Bretaña, y asociado a la mafia de Chicago en numerosos negocios y hasta en las campañas para llevar al poder a John Fitzdgerald.

El libro sustenta que Kennedy ganó las primarias del Partido Demócrata y luego la presidencia, recurriendo a todas las malas artes conocidas en la política tradicional. Desde el gasto descomunal de dinero no siempre bien habido, hasta la compra de voluntad de autoridades de distritos electorales y mal conteo de resultados, hasta la ayuda decisiva de Sam Giancana y sus mafiosos en el determinante estado de Chicago.

Ya en el poder nos presenta a un presidente que se asocia a la mafia para tratar a toda costa de asesinar al presidente cubano Fidel Castro, sin más razón que quitarse de encima el estigma de indeciso que dejó su actuación cuando la locura de la invasión por Bahía de Cochinos de exiliados cubanos patrocinados por Estados Unidos que culminó en un espectacular fracaso.

También nos encontramos con un presidente que inicia la escalada intervencionista en Vietnam con 16 mil soldados, y que llega a patrocinar el derrocamiento y asesinato del presidente sudvietnamita Ngo Dinh Diem, apenas 20 días antes de él ser víctima también de asesinato.

Seymour sostiene que aquella intervención que costaría la vida a 58 mil estadounidenses y a varios millones de vietnamitas y camboyanos de todas las posiciones políticas hasta inocentes, ignorantes e indefensos pobladores, fue determinada en gran parte por el temor de John Kennedy de que si Vietnam del Sur caía bajo el comunismo él no podría lograr la reelección en los comicios que habrían de celebrarse un año después de su muerte.

Hasta el papel de Kennedy en la crisis de los cohetes que a finales de 1961 puso al mundo al borde de la catástrofe nuclear queda deslucido en este libro terrible, por cuanto indica que el triunfo que se le atribuyó al mandatario de Estados Unidos correspondió en la práctica a Nikita Kruschov, quien logró no solo el compromiso norteamericano de no invadir a Cuba, sino también el retiro de cohetes nucleares de Turquía que la Unión Soviética consideraba amenazantes a su seguridad.

La vida privada de Kennedy tampoco queda bien parada en estas 516 páginas, pues se nos presenta a un hombre «enfermo sexual» que no tenía contemplación para marcharle a cuanta mujer hermosa le pasaba por el lado y que llegó a convertir la piscina de la Casa Blanca en un lugar de orgías sexuales.

Pero lo fundamental es que se nos muestra la dureza de la política aún en la mayor democracia mundial, y la recurrencia humana al fraude, a la trampa y al abuso del poder como forma de imposición y de hacer predominar partidos e intereses.

Recomiendo la lectura de este libro a quienes creen que la recurrencia a las marrullerías políticas es monopolio de los «países atrasados» como la República Dominicana, a quien muchos consideran caso perdido cada vez que alguien pretende volver al fraude y el arrebato.

Es cuestión de naturaleza humana que hay que combatir con la certeza de que nunca quedará del todo superada y que al menor descuido reaparecerá.

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