Claribel García se hizo madre de seis  hijos antes de concluir el quinto curso de la primaria. No aprendió un oficio, está desempleada y es madre soltera. Lo poco que sabe se lo han enseñados los angustiosos días que pasa sin idear la forma de cambiar  su desolador destino.

Como ella, muchas de sus vecinas al norte del Distrito Nacional, se levantan sin tener una jarra de leche para sus pequeños ni un plato de arroz para el mediodía. En una de sus tantas desesperaciones, la pasada semana se le ocurrió buscar mil pesos prestados para montar una paletera al lado de la casa, atendida por Joneidy Miguel Féliz, su  hijo de 12 años,  mientras ella busca algo de víveres en el Mercado Nuevo.

García, que todavía no llega a los 30 años, no recibe asistencia del gobierno, aunque diligencias no le han faltado para entrar a uno de los programas de ayuda estatal.

La pequeña Joney Encarnación, su hija menor, de un año, es su preocupación; ya que tampoco pudo vivir con su padre. Carece de dinero para atenderle los problemas de piel que presenta la niña cuando el río Isabela tiene una crecida por el lado del sector La Zurza. Dice que ganas no les faltan de trabajar, pero sólo podría entrar a un salón de belleza o a una casa de familia.

Esta madre no cree que haya jugado todas las barajas y espera junto a sus retoños,  conseguir este año una vivienda de las que construye en su sector el Instituto Nacional de la Vivienda (INVI).

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El sentimiento
Dice que le atormenta ver que su hijo tiene que dedicar tiempo para ayudarla, en lugar de estudiar. Sus vecinos no la ven con pena porque atraviesan por la misma calamidad. Su negocio de dulces, galletas y paletas, no tiene más clientela que sus amigos del entorno. Por falta de una nevera no puede fabricar helados para la cantidad de niños que llenan su patio. Su deseo de prosperar depende de tener una persona que la ayude con la manutención.