Como aquí las cosas se repiten con tanta frecuencia, sobre todo en el aspecto político partidario, quiero refrescar algunos aspectos que escribí hace varios lustros. Me refería a la lista de dirigentes políticos y funcionarios con capacidad y cualidades que por décadas se han quedado en el camino. Se confundieron o se cansaron antes de llegar a la meta. Que a pesar de contar incluso con cualidades similares o mayores a los que han tenido éxito, se quedaron rezagados. Basta analizar la composición de los partidos que hemos tenido para comprender que solo unos cuantos lograron desarrollarse a plenitud y lograr éxito político.
Muchos de ellos con herramientas para convertirse en verdaderos líderes políticos de dimensiones nacionales no lograron entender la composición dominicana. Se perdieron en el tiempo y el espacio. No lograron comprender que en las posiciones que ocupaban en sus partidos o los cargos públicos a los que les dieron oportunidades, debieron entregarse por completo a ejecutar servicios a la comunidad con eficiencia, pulcritud y transparencia. En vez de ello, se pavonearon y dedicaron más tiempo de lo necesario a promover sus figuras, a crear grupos y a presentarse en los medios, olvidando lo fundamental.
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Otros, al salir de las gateras y colocarse en la fila de los competidores, no lograron desarrollar carreras sostenidas con posibilidades de llegar a las metas. Aún con capacidad suficiente para poder soportar determinadas condiciones especiales que se dan dentro de los partidos y cargos, se equivocaron creyendo que la presencia en eventos sociales y empresariales, en debates y confrontaciones internas y externas, eran suficientes para levantar y sostener liderazgos a mediano y largo plazo. Sustituyeron el trabajo, la coherencia y la eficacia, por la confrontación y la presencia en los medio. Olvidando que la base social sobre la cual se encontraban, no les pertenecían, sino que eran producto de las circunstancias.
Con nuevos estilos de hacer política a través de los medios de comunicación y las redes sociales, hay que advertir que, por el hecho de que algunos pudieran lograr ciertos niveles de popularidad y presencia, sobre todo en cargos gubernamentales, ello no garantiza, por sí solo, que lograrán éxito político. La historia lo ha demostrado. Porque muchos lograron gran popularidad, pero eso no significó que la gente los considerara como líderes nacionales de primer orden.
En la actualidad hay indicios de acciones que indican que hay dirigentes y funcionarios que pudieran igualmente estar perdidos o confundidos. Que están dedicando demasiado tiempo a aspectos que bien pueden ser del interés de algunos dirigentes, amigos y hasta de los grupos que se mueven en su mismo entorno, pero al fin y al cabo, y sin darse cuenta, podrían terminar friéndose en su propia salsa. Lucen como si tomaran caminos equivocados.
Hay que recordar que la carrera de aquí al 2028 es más larga que un maratón. Es a los 42 kilómetros, no a los 400 metros en los que no se puede ni pestañar. En los maratones se requiere mucha fortaleza y resistencia. Evitar tropezar, porque los demás continuarán la carrera sin mirar atrás. Además, en los maratones nadie sabe todos los participantes hasta momentos antes. Lo decía ayer y lo reitero hoy