La carretera insólita

La carretera insólita

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
Podría suponerse que una carretera insólita es una especie de vía o autopista que no está “sólita”, que no está “abandonádita” o “desprotegídita”; es decir, que está “acompañádita”. Una carretera insólita es también una vía donde ocurren hechos insólitos, poco concebibles o definitivamente no concebibles. Ahora, hay que tomar en cuenta aquí que lo que son hechos insólitos para algunas personas no lo son para otras. Es decir, un hecho que para nosotros resulta insólito, para otras personas es lo más natural del mundo. Y he aquí cuatro casos insólitos -a nuestro modo de ver y vivir- ocurridos en una misma vía.

Se trata de la carretera que lleva desde Caño Hondo hasta Sabana de la Mar, y los hechos los vamos a ir enumerando según los fuimos encontrando.

El primero es el que encontramos casi en Caño Hondo mismo. Un camión acababa de desmontar a un lado de la carretera una cantidad enorme de vías de ferrocarril. Como encontramos raro el caso, nos detuvimos y preguntamos de dónde provenían esos rieles y para qué iban a ser utilizados.

Nos dijeron que los rieles habían sido traídos de Monte Plata, y que iban a ser usados para construir una cerca, un corral. Nos asaltó la idea de que posiblemente se iba a montar en la zona otro Parque Jurásico, y por lo tanto necesitarían cercas superpoderosas para contener algunos tiranosaurios o velociraptors. Pero no, fueron traídas para construir cercas para ganado, para vacas, toros y becerros.

Lo insólito del caso es que esos rieles son propiedad del Estado -hasta donde tengo sabido- y nadie está en derecho de venderlos (si es que fueron comprados), y mucho menos de “tomarlos”. Esos rieles forman parte de una red de vías para ferrocarriles que vienen (o venían) desde Haina, para el transporte de caña desde Monte Plata, Boyá y otras zonas cañeras aledañas a Los Haitises.

Pero además, esa red de rieles de ferrocarril está hábil todavía, porque la industria de la caña está en un repunte. Entonces, cuando se necesiten de nuevo, ¿habrá que comprar rieles nuevos? ¿con el precio que deben tener en estos momentos? Y lo más insólito aún, ¡utilizarlos para construir un cercado de vacas! Sería la cerca más cara del mundo. ¡Desmantelar un sistema de vías de ferrocarril para construir un cercado de vacas!

Yo creo que aquí hay algo muy podrido. En este caso hay algo que no está legal. Y sería saludable que se investigara, por lo menos, antes de que llegue a “Primer Impacto” y sea presentado como uno de los casos más insólitos conocidos.

EL PARQUE SURREALISTA

El segundo caso insólito lo encontramos ya entrando a Sabana de la Mar. Se trata de un “parque surrealista”. Un parque donde todos los bancos están colocados en una sola orientación, es decir, mirando todos hacia una sola dirección. Todos mirando hacia el oeste.

Pero además, el parque está construido de hormigón y cerámica brillante, y como último dato, está cercado de cadenas, como para que nadie lo use.

Analizando. En este parque la gente se sentaría pero no se mirarían entre ellos, a menos que se arrodillaran unos y otros permanecieran sentados. No pueden dormirse sentados, pues se resbalarían hasta caer al suelo, por lo resbaladizo de la cerámica. Y todo esto si pueden entrar saltándose las cadenas que lo rodean.

Ahora, pudiera ser que se trata de un parque solamente para contemplar el espectáculo de ver el sol ponerse. Sería un parque para la contemplación crepuscular, muy especial en verdad.

Puede ser que el proyecto original era un cine, pero se quedó a mitad del proyecto y no se pudieron construir la pantalla, la boletería, las paredes y otros elementos necesarios.

Pero tal vez se trata de un cine mental. Es decir, la gente se sienta a ver pasar su vida, y como la vida de cada uno no tiene que ver con las vidas de los que están detrás, pues no hay caso para que estén sentados frente a frente. O pudiera ser también que el propósito cinéfilo es que cada persona imagine una película, o que recuerde su película favorita y la vea cuantas veces quiera o repita cuantas veces quiera la parte que más le guste. Sería el único cine mental concebido después del cine de tortura aquel que utilizaron los nazis en Polonia con los prisioneros políticos comunistas. Definitivamente estamos ante algo insólito: el cineparque mental.

¡QUE NADIE SE MUEVA,  DOS GALLOS BATALLAN!

Dado que esta escena suele ser común quizás no les parezca insólito a muchas personas, pues las peleas de gallos son parte (triste) de nuestro folclor.

Pero en este caso lo realmente insólito del asunto es que al llegar a este punto de la carretera y encontrar la pelea de gallos más el corro de personas, debimos detenernos, porque, aparentemente, el grupo no se daba por aludido, no entendía que en ese momento la carretera estaba siendo utilizada por vehículos, no. En esos momentos dos gallos peleaban, batallaban, se desollaban vivos. Por lo tanto, todo debía detenerse: el tránsito, el trabajo, el camino hacia diligencias u otros menesteres cotidianos, el trayecto hacia la escuela, la guerra en Irak, la lucha contra el Sida, las campañas por la paz y los esfuerzos para detener la violencia contra la mujer. Todas esas nimiedades tenían que ceder la atención en favor de una pelea callejera de gallos.

Sepan que debimos esperar a que uno de los gallos saliera huyendo hacia la acera derecha -aplicando aquello de “huyamos por la derecha”- para que el grupo se moviera también tras el “cobarde” y nosotros poder aprovechar el espacio abandonado para continuar con nuestro camino. Cosa que hicimos rápidamente, antes de que el gallo huidor recuperara su gallardía y retornara al combate y al centro mismo de la carretera.

ECOLOGÍA INSÓLITA

El final de todas las carreteras es el mar, incluso las de circunvalación, porque de tanto dar vueltas circunvalándola uno tiene que detenerse frente al mar a descansar o a pasar el mareo. Así pues llegamos al final de la carretera insólita, junto al mar, con algo verdaderamente insólito: un pescador terminaba de desguasar lo que quedaba de un tiburón ballena, el más grande de los escualos y el que demanda mayor protección de todos los tiburones, dada su situación de especie en peligro de extinción.

Pero eso no es lo insólito de este caso. Lo verdaderamente insólito era que lo hacía en el suelo de la acera del edificio que aloja la oficina de la Subsecretaría de Areas Protegidas y Biodiversidad en Sabana de la Mar.

Me explico. No era solamente que terminaba de acabar con la vida de un enorme animal protegido, sino que lo hacía a la vista de todo el público sobre la acera de la institución que vela por la protección de bosques y animales en peligro de desaparecer.

Tres posibilidades y un dolor. Es posible que no lo vieran, porque no hay suficiente personal en las dependencias de Medio Ambiente de las provincias del país. Es posible que lo hayan destazado primero en la embarcación, para poder lleva sus trozos a tierra. Es posible que haya sido la necesidad la que llevara a los pescadores a olvidarse de que hay especies que no pueden matarse. Pero es doloroso que todavía no seamos capaces de educar a la población más cercana a los centros de información sobre las áreas naturales y la conservación de especies.

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