La  carretera Santo Domingo-Samaná ha aislado a  residentes comunidad    Chirino

La  carretera Santo Domingo-Samaná ha aislado a  residentes comunidad    Chirino

Monte Plata. La nueva  autopista del Nordeste que comunica hacia Samaná se ha convertido en la pesadilla de los residentes de la comunidad de Chirino:  no pueden bañarse en el río Yabacao, no   pueden cruzar sus reses de un lado a otro, no pueden  colocar frutos en la carretera, no pueden entrar a sus fincas y ni siquiera  pueden tender ropas en sus cordeles. Todo por disposición de los que administran  la vía.

A esto se suma que de  12 propietarios de fincas, que fueron partidas por la mitad para construir la carretera,  sólo uno  ha sido indemnizado.

Otro de los problemas es que los que viven  en un tramo de alrededor de siete kilómetros y tienen vehículo, deben pagar un mínimo de 320 pesos por el peaje para salir y entrar a su comunidad,  como si hicieran todo el trayecto de más de 100 kilómetros.

“Nos están sepultando vivos”, expresa Rosalía Ramírez, dirigente comunitaria. Ayer 12 organizaciones de base decidieron pedir  auxilio a las autoridades de Obras Públicas, ya que alegan que  el administrador de la vía, el colombiano  Armin García,  no les escucha.

El regidor Fausto Jiménez, quien fungió como vocero, denunció que los constructores se comprometieron a construir un puente peatonal y  reparar los caminos vecinales y no han cumplido.

La falta de un puente peatonal ya cobró la vida del joven Johnny Josere, quien murió atropellado.

En Chirino hay  escuelas a ambos lados de la carretera y los estudiantes tienen dificultades para cruzar, ya que los vehículos se desplazan a altas velocidades y en la carretera no hay señalización que advierta a los conductores.

Todos los caminos vecinales están deteriorados, incluyendo el único que comunica con el poblado de San Luis, de la provincia Santo Domingo.

Pero algo más grave es que al puente de acceso le han robado las barandillas, amén  que está deteriorado. Dos agentes policiales  tuvieron que ser apostado allí para evitar que se robaran todo el metal.

Las deudas
La tasación de los terrenos la hicieron los propios constructores y determinaron que cada tarea de tierra se la pagarían   a 3,000 pesos.

El agricultor Ricardo Cruz Guzmán afirma que ahora para pagarles les exigen una serie de requisitos que  cumplirlos cuestan más que el monto que recibirían  por la expropiación de los terrenos.

Cruz Guzmán ha  recibido 7,000 pesos por los cultivos que tenía en once tareas de su finca.

A la  señora Agueda  Ventura,  le derribaron dos casas, una de block y concreto y otra de madera, y  expropiaron siete tareas de tierra.

Por la casa de concreto le pagaron 500,000 pesos, aunque tenía seis habitaciones, sala, marquesina, galería y un baño.

Por la otra casa le pagaron 200,000 pesos. Mientras que aún no ha recibido nada por sus tierras.

Otro casos son el Marcelo Carbonell, quien  perdió 20 tareas de tierras sembradas de pasto para ganado.

A Juan Fabián le expropiaron 30 tareas de una finca de 100. Ambos no han recibido dinero, ni siquiera promesas.

Nada de nada
La indignación de los campesinos de Chirino aumenta por el hecho que no le permiten  vender sus cultivos en la carretera y ni siquiera quieren que construyan paradores cuando se trata de una comunidad que ha vivido de la agricultura y la ganadería.

“Pensábamos que la carretera  iba a representar el desarrollo de esta comunidad. ¿Cómo va a progresar una de la provincia más pobre?”, lamenta el regidor Jiménez.

Ricardo cruz guzmán

La sal cuesta más   que el chivo
“Ellos fue que midieron y tasaron la tierra a 3,000 pesos la tarea y no hablaron con nadie. Hoy nos piden hasta los papeles de los bisabuelos,  y que tenemos que hacer divisiones dentro de la propiedad, determinación de herederos  que tenemos que buscar un agrimensor que cuesta más que los chelitos que no van a pagar. A mi me pagaron 7,000 pesos por los frutos menores que tenía en 11 tareas. Yo tenía coco, yuca, maíz, guandules, batata, mango y eso fue lo que me dieron y la tierra no me la han pagado.

También nosotros sufrimos mucha represión por los policías de AMET que no quieren que pongamos los frutos en la orilla de la carretera para venderlos. No sabemos de que vamos a vivir. A una señora le prohibieron que tienda ropa en su frente porque por aquí pasan muchos turista. También no nos dejan bañar en el río”.

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