La carta del Presidente

La carta del Presidente

GUILLERMO CARAM

La lectura de la carta del Presidente Abinader al presidente del PRM solicitando el cese de pronunciamientos reeleccionistas concita reflexiones sobre soledad, amistad, apoliticidad y partidismo a ponderar ante lo que debe adoptarse para encarar crisis e incertidumbres predominantes.


Si bien constituye una acertada profilaxis, hace recordar la soledad política-partidaria a que están expuestos gobernantes, acicateados por vientos de apartidismo y/o apoliticidad provenientes de instancias de nuestra sociedad evidenciadas recientemente en la elección de la Cámara de Cuentas y defensor del pueblo.


Contrario a lo que suele creerse, gobernantes suelen atravesar momentos de soledad, a pesar de estar abundantemente rodeados de “compañeros”.


Fui testigo, durante crisis en gobiernos de Balaguer, que este llegó a exaltar, al instársele que recurriera a su funcionariado para encararlas, el valor de la amistad por encima de la subordinación: “son momentos de amigos más que de subordinados”.


Referencia obvia a la lealtad derivada de la amistad versus la veleidosidad del funcionariado burocrático.


Las presiones del PRMismo por empleos no dejó de sentirse en la reunión de su Comisión Política hasta el punto que, a quienes la observábamos por los medios, nos resultaron extrañas afirmaciones de la maestría de ceremonias relativas al “entusiasmo y camaradería” que primó en el evento; incluyendo el momento de incorporación del Presidente.


A 8 meses de gestión, las principales decisiones presidenciales siguen pendientes de implementarse. Funcionarios comienzan a reaccionar ante la abundancia de demandas: Uno de los más populares y activos, incluso en redes, acaba de emitir un tuit indicando que tiene que someterse a agenda con citas previas que le impide recibir a quienes no la obtienen. Esto incluye a funcionarios de procedencia reformista insertados en el Gobierno, que no toman su habitual teléfono o sus asistentes lo hacen mareando respuestas.


El aislamiento de políticos profesionales y partidistas comienza pues a tomar cuerpo pudiendo acentuar la soledad gubernamental, en circunstancia que instancias sociales aceleran su apuesta a la apoliticidad y apartidismo.


Surge la interrogante si esta apoliticidad y apartidismo tendrán la dosis de compromiso y amistad que se requiere en los momentos críticos de tomar decisiones delicadas.
Como la imprescindible reforma fiscal que aborde, por la vía del gasto, reducción burocrática, racionalización de subsidios y transferencias a ONG, reducción de transferencias a organismos y empresas descentralizados, precisión de contrataciones que el pasado año gastaron RD$31,000 millones en partidas calificadas nebulosamente como “otras” sin incluir RD$15,000 millones en mobiliarios, someter a las municipalidades a utilizar los RD$13,000 millones como manda la ley.

Nada de eso podrán implementar gobernantes sumidos en soledad y desprovistos de amistades comprometidas, política y partidistamente, con la suerte de la nación.

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