WASHINGTON. AP. Ante la creciente indignación entre sus aliados, la Casa Blanca defendió ayer sus políticas de deportación e insinuó que no planea cambiar el rumbo tras una serie de redadas en la temporada navideña en busca de inmigrantes centroamericanos, las cuales enfurecieron a activistas y legisladores demócratas.
El presidente Barack Obama está consciente de la indignación sobre las redadas, dijo el viernes a los periodistas el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnest, pero “la aplicación de la estrategia y las prioridades que el gobierno ha articulado no van a cambiar”. Earnest afirmó que las redadas reflejan las principales prioridades del gobierno para la deportación: gente con antecedentes penales y personas capturadas mientras cruzan sin permiso la frontera entre Estados Unidos y México. Funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional han dicho que las redadas estuvieron dirigidas a 121 personas con la orden final de deportación. Las redadas irritaron a algunos legisladores demócratas y activistas, grupos que por mucho tiempo han criticado las políticas de deportación del gobierno.
Los legisladores dijeron que las búsquedas eran inoportunas y creaban división.