La casa de Bernarda Alba excepcional puesta en escena

La casa de Bernarda Alba excepcional puesta en escena

El actor y productor Patricio León presenta en la sala Ravelo del Teatro Nacional, la obra “La casa de Bernarda Alba”, de Federico García Lorca, dirigida por Indiana Brito y protagonizada por la primera actriz María Castillo, con un elenco de excelentes profesionales: Miguel Lendor –Papachín–, Vicente Santos, Patricio León, Wilson Ureña, Mario Núñez, Pavel Marcano, Camilo Landestoy y Alejandro Durán.

La obra. Escrita en 1936, la postrera obra de Lorca “La casa de Bernarda Alba” –drama de mujeres en los pueblos de España– de gran contenido dramático, es símbolo de una época, de una sociedad castrante, hipócrita, cargada de convencionalismos y prejuicios, en la que todo gira en torno al temor al “qué dirán”. Bernarda, obsesionada con la virginidad, es una metáfora del poder y la represión.
La puesta en escena. La sugerente y transgresora adaptación de esta obra de mujeres, representada por hombres, –nada inédito– exceptuando el papel de Bernarda, llama la atención y resulta atractiva, pero no se trata de travestis, son hombres, verdaderos actores encarnando mujeres. Lorca fue un revolucionario del teatro y sus obras trascienden, lo importante es el hecho teatral.
Al entrar en la sala, una ligera niebla cubría la estancia, poco a poco se fue diluyendo y por unos instantes queda en penumbra, luego se ilumina discretamente el escenario, aparece en proscenio una joven sirvienta lavando, y al escurrir, las gotas caen como lágrimas. Se escucha el plañir de campanas de duelo, ha muerto Antonio María Benavides, el esposo de Bernarda Alba. El ritual y su simbolismo es un excelente introito. Pero el duelo es relativo y entre la sirvienta y la Poncia, surge un diálogo lleno de ironía.
El escenario nos muestra la casa de Bernarda, que más bien parece una prisión, rodeada de barras de hierro. La alegoría escenográfica creada por Fidel López no puede ser más apropiada. Aparece Bernarda ataviada de negro, bastón en mano. Con voz autoritaria y gesto desafiante se dirige a sus hijas y declara: “En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle. Hacemos cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas”.

Con esta sentencia cierra Bernarda el paso a la luz, a la vida, a la esperanza y al amor, a sus cinco hijas en “edad de merecer”, y abre el camino a la destrucción, a la muerte. María Castillo se convierte en la auténtica Bernarda, y esto solo es el principio de una actuación de antología.
En medio de la continua evocación del luto, del calor sofocante del verano, se avivan las pasiones en las que se debaten las hermanas sedientas de amor. Pepe el Romano, personaje ausente pero omnipresente, burlador de la vigilancia materna, se yergue como detonante de las ansias reprimidas, es “el oscuro objeto del deseo”.
Tras el anuncio de la boda de Pepe y Angustias, la hija mayor, la tensión va en aumento. Angustias se aferra a la figura de el Romano, esperanza para la liberación de su encierro y su ya larga soltería, aunque a él solo le atrae su fortuna. Este personaje, el más débil, es interpretado con propiedad por Mario Núñez.
Adela, la más joven de las hermanas, hermosa y apasionada, se rebela ante la tiranía de su madre, pero más aun, desafía la moral inquisidora establecida. Su relación con Pepe desata las fuerzas de la tragedia. Patricio León construye a cabalidad este personaje y, con sensibilidad manifiesta, transmite el carácter firme de la joven víctima.
El personaje de la Poncia, vieja criada y confidente, encierra la picardía de la sabiduría popular. En ella coexisten sentimientos ambivalentes, resentimiento, odio y la fidelidad propia de su condición de criada protegida. Su sentido de la realidad le permite prever la tragedia.

Camilo Landestoy hace galas de gran histrionismo, su Poncia es viva, humana; tras la ironía de sus palabras hay un dejo de hilaridad, que alivia las tensiones. El personaje de la joven criada está perfectamente enmarcado con la discreta actuación de Wilson Ureña.
Martirio es el personaje más complejo, depresiva tras su boda frustrada por su madre, se convierte en un ser vil. Enamorada de Pepe El Romano siente odio por Adela, lo que la lleva a contar los amores entre ellos, detonante de la tragedia. Vicente Santos asume el complejo personaje a cabalidad.
Tímida en apariencia, Amelia parece no tener interés en el amor; Magdalena ha abandonado la idea de casarse, se queda y maldice, era la única que amaba a su difunto padre. Estos dos personajes tienen dos excelentes intérpretes: Alejandro Durán y Pavel Marcano, respectivamente.

La enajenada anciana madre de Bernarda, María Josefa, está recluida, así lo ha dispuesto ella en un acto más de crueldad, para evitar la vergüenza ante sus vecinos; sin embargo, la anciana es una especie de conciencia crítica y desde su altillo, dice lo que las demás piensan y no se atreven a expresar. La escena es relajante, visualmente atractiva, y tiene un excelente intérprete: Miguel Lendor –Papachín–.
Indiana Brito va concatenando hábilmente las escenas e impregna a la acción un ritmo sostenido. Como en una espiral, el drama va tomando fuerza, generando pequeños clímax; el movimiento constante se convierte en una coreografía sugerente creada por Daymé del Toro; por momentos, algunos actores, cual alimañas en su red, suben y bajan, tratando de escapar, elocuente alegoría del encierro. El vestuario asexual diseñado por Taryn Ateliers y la musicalización que subraya la atmósfera, creada por José Andrés Molina, son parte de este admirable montaje. Cada parlamento impregnado de ese lenguaje surrealista de Lorca, es transmitido por María Castillo (Bernarda Alba) con pasión, con una entonación y un gesto capaz de emocionar, llevándonos hasta el clímax final, cuando tras el suicidio de Adela proclama: “Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!”, y se hace silencio, luego, tras breves instantes, el público, absorto ante tanta elocuencia, aplaude, se levanta de sus asientos y continúa aplaudiendo. Pero no podemos permanecer en silencio, y decimos a todos: no se pierdan este excepcional montaje.`

Publicaciones Relacionadas

Más leídas