La casa y las goteras

La casa y las goteras

Cuando cayó  la primera gotera  la solución que hallaron los habitantes de la casa fue mover el mueble que mojaba el agua y colocar un envase. Esa gotera no preocupaba, al fin y al cabo una sola golondrina no hace verano, como tampoco un soldado forma una columna. No ombe no, ¡qué va!, una gotera no hace tanto daño.

Los habitantes de la casa especializaron un  envase y  lo colocaron en el lugar donde caía la gotera. Como vivimos en el trópico y por aquí el día más claro llueve, hubo una profunda y larga discusión, en muchas juntas de familia, sobre si era conveniente dejar el envase de manera permanente,  para evitar que la natural molicie de nuestra gente lo dejara al descuido en cualquier lugar y al momento de necesitarlo no se encontrara con la prontitud que demandaba la gotera.

Lo bueno de lo malo es que la gente se acostumbra hasta a lo malo, por eso la gotera dejó de molestar cuando se colocó el envase de manera permanente. También hubo, por supuesto, que recomponer la ubicación de los muebles de la sala, para abrirle espacio al cubo que pasó a ser parte de los adornos, como si se tratara de una bacinilla de las que usaban los señores, en tiempos inmemoriales, para jugar al tiro al blanco con sus escupitajos.

Un avispado miembro de la familia advertía que las desagracias traen su compaña y advertía que si no se eliminaba la gotera el techo permitiría la aparición de otras, así fue, al hombre lo bautizaron como “boca de chivo”, como si los chivos supieran de ingeniería.

Otras goteras, unas más grandes que otras, afectaban la circulación dentro de la casa cuando el aguacero era de mayor duración, ante la multiplicación de las filtraciones se dificultaba caminar dentro de la casa sin mojarse.

En ese tiempo surgieron voces que manifestaban preocupación ante el problema. Largas horas de discusiones donde los conocimientos, las experiencias y los ejemplos eran enarbolados por uno y  otro de los participantes. El problema era que cada cual vendía la imagen de ser el único con la solución.

Entonces vino la división, los chismes, las zancadillas, los dimes y diretes que ahondaban las diferencias, el estancamiento,  sin que, mientras tanto, se comenzaran a realizar las tareas correspondientes a  la solución del problema que amenazaba con derrumbar la casa y dejar a los habitantes sin un techo propio que los cobijara y mantuviera a resguardo de las lluvias.

La situación es parecida a la del Partido Revolucionario Dominicano, construyamos un techo nuevo, como hizo la familia que resolvió el problema de las goteras y dispongámonos a trabajar unidos para lograr el triunfo en el 2016.

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