«La casita», del japonés Yoji Yamada, memoria atroz de la guerra, cerró la Berlinale

«La casita», del japonés Yoji Yamada, memoria atroz de la guerra, cerró la Berlinale

Berlín. AFP. El veterano realizador japonés Yoji Yamada, de 82 años, cuya película «La casita» cerró este viernes el concurso por el Oso de Oro de la Berlinale, que será entregado el sábado en la noche, confesó que estaba «inquieto» por la posibilidad de que haya una tercera guerra mundial.

Yamada dijo que su film, una adaptación del best-seller de la novelista Kyoko Nakajima, que cuenta la historia de un amor adúltero en los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, tenía como objetivo explicar los atroces impactos de ese conflicto a las jóvenes generaciones.

«Estoy inquieto, no lo oculto, los dirigentes japoneses actuales nacieron después de la guerra. En Japón existe la generación que conoció la guerra y los que nacieron después», recalcó Yamada, quien criticó la visita del primer ministro japonés Shinzo Abe al santuario Yasukuni, donde se homenajea, entre otros, a criminales de guerra durante la invasión nipona a China y otros países de Asia.

Yamada contó que en 2010 entró a una librería y compró la novela de la escritora Kyoko Nakajima, que cuenta una historia de amor prohibido en la época en que él era un niño.

«Me gustó la novela, no quería hacer una película sobre el adulterio… en esa época era terrible que una mujer casada se enamorara de otro hombre, había una ley que lo prohibía, el esposo podía denunciarla a la policía, las mujeres no tenían derecho a votar, hoy en día es diferente», dijo.

«Me sorpendió saber que la novelista nació en 1964, se documentó bien, describe la época de mi infancia, en ese entonces los intelectuales japoneses amaban mucho la cultura occidental, los estudiantes venían a mi casa y escuchábamos Chaikovsky, Beethoven», añadió.

Yamada explicó que «La casita» cuenta la historia de Japón entre 1935 y 1945, la época de su infancia. «Japón en estado de guerra. Muchos de los testigos ahora ya han muerto, yo soy uno de los raros sobrevivientes, quería contar al público de hoy cómo vivían los japoneses en esa época, cómo nos fuimos encaminando hacia la guerra, con el terrible fin que conocemos, Hiroshima y Nagasaki».

En «La casita», contada como un melodrama hollywoodiense, Tokiko (Takako Matsu), la esposa adúltera, está leyendo «Lo que el viento se llevó», de la estadounidense Margaret Mitchell.

«No sé si tengo influencias del cine de Estados Unidos. Todos los cineastas han visto muchísimas películas de otros directores. Mi amigo Akira Kurosawa me dijo un día: yo no soy un genio sino que tengo buena memoria, mis películas son la suma de todos los films que he visto. Yasojiro Ozú también me dijo lo mismo», contó.   Yoji Yamada dijo también que «La casita» es como una caja de sus recuerdos, sus tesoros de infancia, que él quiere abrir para las nuevas generaciones, «para que no haya más guerras mundiales».

«Los viejos japoneses se inquietan mucho, están tristes. La memoria la botan a la basura, con cada viejo que muere arrojan su memoria a la basura. Llaman a una empresa y eliminan todas las cosas que acumuló», explicó.

Los jóvenes de hoy «tienen que aprender muy bien la historia de la Segunda Guerra Mundial, para que nunca más haya otra guerra; millones de personas murieron. Durante cien, doscientos años, hay que insistir, para que no haya más guerras mundiales, fue algo muy horrible».

«Tokio fue bombardeado por la aviación estadounidense, lanzaron bombas incendiarias, las casas eran de madera, ardieron, las bombas al caer parecían fuegos artificiales, la gente decía que desde lejos era lindo, era una lluvia de fuego sobre Tokio, algo estético visto desde lejos, pero hubo muchísimos muertos», contó.

«La casita» está contada desde el punto de vista de la empleada doméstica Taki (Chieko Baisho) enamorada en silencio del amante de su patrona, el joven dibujante Itakura (Hidetaka Yoshioka).

Taki es muy sumisa, como lo eran las japonesas en esa época. «Aprendí a usar el kimono, con ese traje no se puede correr; me da vergüenza decirlo pero las japonesas de la época de la guerra se vestían mejor, aprendí cómo se movían viendo películas viejas», dijo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas