Si bien no está comprobado científicamente, se le han adjudicado a la cebolla poderes afrodisíacos desde tiempos muy antiguos. Por mencionar algo, los egipcios prohibían que un sacerdote comiera cebollas, por sus propiedades de estimulación de la líbido. Los griegos y los romanos las usaban con el mismo propósito, aún cuando hay una única excepción en el poeta Marcial, que la recomienda para alejar al marido.
Por el contrario, el poeta Ovidio si la menciona como un afrodisíaco en el Arte de Amar.
Pero la tradición árabe es la más conocida. Cuenta una leyenda árabe que el Sheik al-Nefzawi usaba las cebollas con un propósito afrodisíaco y había logrado mantenerse erecto por más de 30 días gracias a que había comido cebollas. Sí se hace la advertencia de que no debe utilizarse por más de tres días seguidos pues, un hombre normal no perdería la erección nunca.
Basándonos en estas leyendas y en el conocimiento popular, podemos decir que la cebolla se puede preparar de varias maneras para obtener un efecto afrodisíaco. La receta es bastante específica excepto por que omite los condimentos extra. Dice que con freír la cebolla en aceite de oliva, junto con yemas de huevo y otros condimentos y comerlo por tres días el efecto es invariable.
Agrega que el Sheik había comido una receta de carne y cebollas. Y había bebido el jugo de las cebollas machacadas mezcladas con miel. Las cebollas machacadas resultan sumamente afrodisíacas y es probable que se deba a su constitución química.
La cebolla y el ajo contienen un aminoácido (CH2=CH-CH2-SO-CH2-CH=CH2) que se libera cuando son machacados gracias a la ayuda de una enzima, lo cual genera su olor cracterístico. Este compuesto es lo que posiblemente tenga propiedades afrodisíacas, pero lo que si se ha comprobado es que funciona como antibiótico.