La cebolla: sus beneficios y propiedades nutricionales

La cebolla: sus beneficios y propiedades nutricionales

La cebolla es un alimento que se usa diariamente en la cocina, pero del que se desconocen muchos de los beneficios o propiedades que aportan a la salud. Con un sabor característico y múltiples opciones culinarias, ¿qué vitaminas o minerales posee?

Es uno de los alimentos indispensables en las despensas por su versatilidad. En varios paises forma parte de la vida cotidiana al ser un producto esencial en la gran mayoría de los platos tradicionales y su uso en la dieta mediterránea.

¿Qué proporciona la cebolla a la salud?

Como casi todas las frutas y verduras, la cebolla posee un alto porcentaje en agua, explica Ana Molina Jiménez, licenciada en Farmacia y dietista y nutricionista en AM Nutrición Integral. Además, destaca su bajo contenido en calorías, unas 40 por cada 100 gramos de cebolla.

Entre sus propiedades, la cebolla aporta un 25 % de la cantidad diaria recomendada de vitamina C y un 20 % de vitamina K. Aunque siempre se relaciona el calcio con los lácteos, la nutricionista subraya el 15 por ciento que contiene de la cantidad diaria recomendada de este mineral.

A pesar de no ser tan esencial como las vitaminas o los minerales, la cebolla aporta fitoquímicos de tipo flavonoide, en concreto quercetina.

Los fitoquímicos son sustancias de las plantas que les “otorga color a las frutas y verduras; cada color tiene unos nutrientes característicos”, expone la especialista. Esos nutrientes propios aportan beneficios específicos, de ahí que se recomiende una dieta variada en frutas y verduras.

Sus beneficios para la salud

1. Sistema inmune

La quercetina de la cebolla tiene un beneficio concreto: refuerza el sistema inmune. Por ello, junto a su contenido en vitamina C es un producto que permite al consumidor mantenerse sano y fuerte.

beneficios cebolla

El aumento de las defensas, su poder antioxidante y la prevención de daños en el ADN son características generales de los fitoquímicos.

Por eso mismo, Ana Molina destaca un estudio del Instituto Americano para la Investigación del Cáncer que nombra su protección contra esta enfermedad gracias a estos beneficios generales y a la quercetina que potencia el sistema inmune.

A pesar de que ningún alimento previene el cáncer, mantener un sistema inmune fuerte a través de la alimentación siempre ayuda en la prevención de la enfermedad, puntualiza.

2. Huesos fuertes y sanos

Que la cebolla contenga cantidades considerables de calcio, junto a su porcentaje de vitamina K, provoca que su consumo ayude al mantenimiento de los huesos y a la prevención de enfermedades óseas como la osteoporosis, comenta la especialista.

3. Enfermedades respiratorias

La cebolla contiene compuestos azufrados; su sustancia volátil al cortarla es lo que produce irritación en los ojos. Por ello, tradicionalmente, se usaba para las vías respiratorias por su efecto mucolítico y expectorante. De ahí el mito de la cebolla cortada en la mesa de noche para combatir procesos gripales.

Aún así, Ana Molina apunta que no está clara la cantidad necesaria para obtener ese beneficio, por lo que aboga por los métodos eficaces y prescritos por médicos para combatir estas enfermedades.

4. Disminución del colesterol

Los compuestos azufrados, expone la especialista, ayudan a disminuir el colesterol y la presión arterial. Ana Molina recalca que aunque este beneficio se produce, no se ha llegado a establecer un dato conciso porque no se ha descubierto cuánto absorbe el cuerpo este compuesto.

Variedades de la cebolla y restricciones

Entre la cebolla morada y la negra, Ana Molina establece algunas diferencias. En la primera variedad destaca una mayor presencia de fitoquímicos, mientras que de la segunda subraya el menor contenido en compuestos azufrados, pero una mejor absorción de estos.

Según expone la nutricionista, la única restricción que podría tener sobre su consumo es para aquellas personas a las que les puede resultar indigesta por tener la enfermedad de Crohn, problemas de colon o de acidez.

Para digerirla mejor, recomienda consumirla una vez cocinada.

Aún así, a las personas que no les afecte de manera negativa, se recomienda consumirla sin cocinar, dado que con la cocción se reduce su contenido en vitamina C, en fitoquímicos o en compuestos azufrados.

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