La chercha de la Revisora

La chercha de la Revisora

Si nos quedaba alguna duda acerca de la inteligencia y capacidad de los políticos legisladores, todo se ha derrumbado por su singular comportamiento en los trabajos de la Revisora, que desde el pasado día 14 se desarrollan en el Salón de la Asamblea Nacional.

Los días que llevan realizando los trabajos han puesto en evidencia en las concurridas sesiones la participación de una mayoría con un infantilismo mental, como si se tratara de un juego y de peligrosas consecuencias para el futuro institucional de la Nación. Surge como única virtud, el don de protagonismo manifestado por muchos asambleístas, que ni siquiera saben operar el control remoto para las votaciones,  hablan sin coherencia y no aportan nada novedoso para enriquecer los debates.

Las sesiones de la Asamblea Revisora permiten darse cuenta de lo laborioso que será el trabajo de estructurar una nueva Constitución, al menos que por dirección de alguna mano poderosa baje una severa línea de obediencia y adhesión a una reforma que contiene muchos fallos, y podría dejar muy maltrecho al país en los temas candentes del aborto y de la reelección.

Los trabajos de los asambleístas, en su chercha continua por sus intervenciones sin sustancia ni mucho menos justificaciones, tan solo por alardear y figurear en la televisión, estaría dando la impresión de que no los están tomando en cuenta para esas consabidas gratificaciones, moviéndose en torno a las reformas constitucionales del pasado, como aquellas del 2003 cuando se aprobó la reelección.

El tema del aborto es bastante delicado en una sociedad tan sensible como hipócrita como es la dominicana. Lo que ahora se discute recuerda aquella radionovela cubana de los 50 del siglo pasado El Derecho de Nacer, de Félix B. Caignet, que hizo furor en todo el continente y hasta fue llevado al cine, donde los argumentos de aquella ocasión renacen ahora para darle forma a un pensamiento que debería ser más coherente y objetivo en cuanto a la salud de la madre y sus consecuencias posteriores para una criatura no deseada.

Pero esos encuentros verbales de la Revisora son parte de un juego político no deseado. Se le debería aplicar un aborto a la clase política para ver si se limpia un sector que ha prostituido una actividad, que para el patricio Juan Pablo Duarte era la más noble del ser humano. Aquí y ahora se ha convertido en la muestra más grande de corrupción y el papa Benedicto XVI tuvo que meter su cuchara en el sancocho dominicano, enturbiado por las acciones dolosas de quienes abusan de los recursos públicos.

Los trabajos en la Revisora cherchosa van aportando en cada ocasión, según el tema que se trate, argumentos de los más variados para discutir de acuerdo al interés de los asambleístas. Su protagonismo va en relación directa a lo álgido del tema, en muchos casos evacuando las ideas de sus asesores, o en explosiva y espontánea reacción, para darle sabor a un proceso. Finalmente exigirá la intervención de una mano fuerte y poderosa que encarrile el proceso de aprobación sin temores que amenazan alargar todo el proceso más allá de lo aconsejable.

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