La China de hoy según los chinos

La China de hoy según los chinos

Desde finales de los años 50, Tibor Mende ya anunciaba que China sería la gran potencia mundial, y ponía junto a ella a la India y  al gigante sudamericano, Brasil. Ha pasado medio siglo y los futuribles de este autor se convierten hoy en una evidencia que nadie niega. China es ya una potencia económica y financiera, y abundan los sinólogos que se dedican a estudiar diversos aspectos de ese inmenso país. Más aún, ya  en la educación que se imparte a los jóvenes, pensando en un futuro prometedor para ellos, los padres previsores entienden que, además de inglés, es conveniente que aprendan chino.

Es muy accesible encontrar abundante información y datos demográficos, económicos, financieros, de comercio, de política interna e internacional, para quien esté haciendo pesquisas sobre China. Lo que es más difícil es acceder a información veraz sobre los chinos y lo que realmente piensan.

De manera, que cuando se encuentra un libro que cubre ese agujero informativo, hay que destacarlo. La joven periodista española Ana Fuentes (Madrid, 1980) publicó en septiembre del año pasado “Hablan los chinos” (Aguilar), en el cual, después de un trabajo “de campo” de tres años,  chinos representativos de diversos segmentos de clase o estratos sociales de esa compleja sociedad exponen sus puntos de vista.

El resultado es un libro bien escrito que se lee de un tirón. Son diez capítulos en los cuales se encuentran claves para entender mejor la sociedad china y que abarca desde la juventud dorada de los hijos de los altos funcionarios o empresarios chinos, a disidentes, pasando por los homosexuales, un profesor de artes marciales, los emprendedores, el trabajador emigrante que viene del mundo rural, los usuarios de nuevas tecnologías, la prostitución, taxistas, el Tibet y la información.

Los hijos de nuevos ricos o  niños de papá, llamados los “fu er dai”, son el exponente del crecimiento económico chino con su nueva clase de millonarios que han hecho su fortuna bien con la libertad de invertir o utilizando los mecanismos de obtención de riquezas provenientes de las empresas públicas y de los negocios corruptos en connivencia con individuos de la nomenclatura del Estado y del Partido Comunista.

 En China, a mediados de 2011, se contabilizaba un millón de chinos con más de un millón de euros de patrimonio. Tres de cada diez de ellos ocupan un cargo político, un 20 por ciento se han enriquecido con el alza del sector inmobiliario y un 15% con la especulación en la Bolsa. Todos tienen en común que tienen contactos en las altas esferas del Estado.

China es hoy un país con altos niveles de desigualdad, ya que de acuerdo a estadísticas oficiales, el 60% del PIB se concentra en manos del 0,03% de la población. Los chinos ricos viven en urbanizaciones privadas en villas con piscinas o saunas individuales, que suelen tener un precio  que a veces supera los 5 millones de euros. Muchos de los que cuidan sus casas o les sirven duermen en los subsuelos de edificios sin ventanas, en condiciones precarias.

Entre los ricos hay los discretos, que tratan de pasar inadvertidos, y  aquellos que les gusta fardar de su riqueza y que pasean por las avenidas de las grandes ciudades en sus autos Ferrari, Masserati, Porsche, y algunos de estos se creen por encima de la ley y en ocasiones se equivocan.

Fue el caso del hijo de un alto cargo de la Policía que borracho atropelló a dos universitarias y cuando lo iban a detener dijo aquello de: ¿No saben quién es mi padre? La presión de la opinión pública  hizo posible que se le procesara y se le condenó a seis años de cárcel y a indemnizar a cada una de sus víctimas con más de 80 mil dólares.

Otros niños de papá son más considerados. Aunque estudien en buenas universidades occidentales regresan a China al llamado de sus padres, que consideran que tienen más oportunidades en su país que en el exterior. Decía uno de ellos: Los chinos, al final, solemos hacer lo que nos dicen nuestros padres. Tenemos un proverbio que dice: “Escucha a los ancianos y te ganarás el pan”.

Un problema que tienen los ricos es que estiman que hay  inseguridad jurídica, lo  que puede llevarles a perder sus riquezas o a ser procesados. Según la revista Hurun y el Banco de China, la mitad de los millonarios chinos quiere abandonar el país hacia EE.UU., Canadá y Singapur, que son los destinos preferidos.

¿Los chinos y la democracia? Una niña de papá dice que la democracia occidental es un mito: “Pensáis que la democracia es una especie de religión que os purifica. Pero no tenéis países perfectos. Mirad lo que está pasando con la crisis. A la gente en China lo que le interesa es que vive mucho mejor que antes”.

Para un disidente, un abogado que ha perdido su licencia para ejercer, sin embargo, el problema principal de China, la cuestión de fondo, es el partido único. “El Partido controla el gobierno, los tribunales y la Asamblea General del Pueblo, las empresas estatales y los medios de comunicación. No hay independencia de poderes. Detrás de la Policía, los medios y los jueces está el Partido. Mientras exista un partido único, nada cambiará. Seas quien seas, incluso un policía, el sistema acabará contigo si es necesario”.

Para un taxista  de Pekín que era crítico con muchos  de los cambios habidos con las reformas económicas y pese a reconocer que durante la Revolución Cultural se cometieron excesos (tanto así que el PIB de China se redujo en un 40% entre 1966 y 1976), lo que destacaba era que “Mao cuidó del pueblo chino y le devolvió el  honor “.

Se quejaba de que ahora la Sanidad no era totalmente gratuita y que aunque se dice que el nivel de vida ha mejorado mucho la desigualdad ha crecido.  Pensaba ya en su jubilación y uno de sus sueños era viajar a Corea del Norte. Pensaba que allí encontraría una especie de Pekín de los años 60. “…el estado norcoreano se ocupa de la gente. La medicina y la educación son gratis. Es un verdadero país socialista”.

Concluyo citando las palabras de ese taxista que son un resumen  de sociología política, de la dominación y de las clases,  que puede extrapolarse a otros lugares, por ejemplo, a este país: “Hay demasiada corrupción… los hijos de los políticos son los que consiguen los buenos trabajos. Los de la gente corriente como yo, no. La próxima generación de políticos chinos estará formada por los hijos de los que gobiernan hoy. Y los pobres seguiremos siendo los esclavos”.

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