La ciencia declara la guerra al dolor

La ciencia declara la guerra al dolor

POR MARGARITA QUIROZ
El cuerpo humano, al que suelen calificar como una “máquina perfecta”, en ocasiones sufre trastornos que operan como una alarma interna y que, una vez “activada” indica que algo dentro, anda mal.

El dolor, esa sensación desagradable que experimenta todo individuo de forma diferente, clínicamente está considerado como la segunda queja más frecuente que lleva a un paciente a consulta en los Estados Unidos. Además, es la causa más frecuente de sufrimiento e incapacidad que compromete severamente la calidad de vida. De ahí que su tratamiento resulte para muchas naciones sumamente costosa.

Estudios recientes hablan de que en los Estados Unidos se gastan unos 700 billones de dólares en lo que es el costo del dolor crónico.  

Mientras que la República Dominicana, pese a que no dispone de estadísticas en torno al número de afectados, gasta anualmente, a entender del algólogo (especialista del dolor) José Daniel Jiménez,  millones de pesos en la compra de analgésicos y antiinflamatorios por parte de personas que se automedican, ya sea para aliviar dolores de cabeza, migrañosos, artríticos, reumáticos o demás.

Ahora, hay que establecer diferencias entre lo que es dolor simple y crónico.

El simple es considerado como  una sensación normal provocada por el sistema nervioso para poner sobre aviso a un individuo sobre una posible herida, mientras que, el crónico es cualquier dolor frecuente o continuo que ha durado por más de tres o seis meses. Se puede describir generalmente como cualquier dolor que persiste y que ocurre más allá del desarrollo normal de una enfermedad o más allá del tiempo razonable. Persiste por semanas, meses, e incluso años.

Hace unos 20 años Joseph Bonica, considerado el padre del manejo del dolor, hablaba de la importancia de tratar el dolor no como un síntoma sino como una enfermedad.

De ahí que la medicina moderna plantee como pauta la necesidad de aliviar o eliminar el dolor ante la política médica implementada en los países desarrollados que establece que en una sociedad moderna no se justifica que una persona sufra a causa de un dolor crónico.

Según José Daniel Jiménez los dolores reumáticos, artríticos, de miembro fantasma doloroso, por cáncer, por proceso degenerativo a nivel de la columna, neuropatía post estética, artrosis, lesiones ortopédicas, fibromialgia, hernia discal, estomatitis y el dolor lumbar figuran como las causas más frecuentes del dolor crónico.

La edad es otro factor de riesgo. Hoy día, 70% de los  pacientes mayores de 65 años padecen dolor crónico en el mundo. En tanto el 25% de personas que sufren de reumatismo y artritis también lo padecen.

En definitiva, el dolor crónico comprende un amplio espectro de enfermedades que pueden coexistir con o sin patologías.

El dolor lumbrar representa un cuarto del total de casos de dolor crónico. En Estados Unidos 7 millones de individuos lo padecen. En tanto la categoría etiológica más importante en el dolor crónico es el dolor originado por cáncer.

Desde 1994 los especialistas están hablando de que el dolor crónico sea el quinto síntoma a estudiar. Así como se estudia la temperatura, la respiración, presión arterial, la frecuencia cardiaca, hoy día se habla de que el dolor es el quinto síntoma que se tiene que estudiar. Así como su intensidad y características.

Por ejemplo en algunos estados de los Estados Unidos no está permitido que los pacientes sufran dolor y de permitirse el médico es demandado.

¿CÓMO COMBATIRLO?

De acuerdo a José Daniel Jiménez, la medicina moderna dispone de muchos recursos para combatir el dolor crónico que van desde antiinflamatorios, analgésicos hasta los opioides, éstos últimos empleados para el alivio o eliminación del dolor ocasionado por el cáncer y sus tratamientos.

Otros tratamientos son en base a las técnicas neurolíticas e invasivas, por bloqueos, vía endovenosa, electrodos y bomba de infusión continua.

En el país hace siete años Jiménez está instalando, a través de un pequeño proceso quirúrgico, lo que técnicamente es denominado bomba de infusión continua, con el interés de manejar el dolor crónico en pacientes que tienen una perspectiva de vida por encima del año.  

Esta  se coloca debajo de la piel con la dosis de opioides requerida. La dosis que previamente se ha programado a través de una computadora se envía al cerebro a través del líquido cefalorraquídeo.

Según Jiménez esta bomba es lo más moderno que existe en el mundo para el manejo del dolor crónico. Permanece dentro del paciente seis años y cuando el medicamento se agota sólo se rellena a través de la piel con una jeringa.

El sistema de infusión continua no permite que el paciente sufra dolor ya que tiene un programa que se llama “complet continue”, es decir, si el organismo del paciente registra que a las 3:00 de la madrugada se producirá un dolor, a las 2:55 de la madrugada este programa manda una dosis extra para que la persona no lo sienta y por supuesto no despierte.

En el país, el especialista ya ha instalado unas 15 bombas  tanto en su consultorio del Instituto Panamericano del Dolor, en Santiago, como en la Unidad del Dolor del Hospiten Santo Domingo, donde labora como coordinador.

Aquí no sólo oferta este servicio médico sino que también coloca electrodos epidurales para el dolor crónico cervical o pacientes que padecen de angina severa defractaria.

La bomba de infusión continua fue inventada por la compañía norteamericana Med Tronic y según Jiménez su instalación no molesta aunque se siente y activa alarmas por ser elaborada en titanio.

El especialista garantiza que el paciente que tiene instalada esta bomba no tendrá dolor, tendrá una mejor calidad de vida y una vida normal mientras la enfermedad que padece se lo permita.

Jiménez recomienda la instalación de esta bomba a personas que tienen una perspectiva de vida por encima de un año, que padezca de cáncer, fibrosis o han sido operadas varias veces de la columna.

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