¡La ciencia que necesitamos!

¡La ciencia que necesitamos!

Raniero Cassoni.

La ciencia política es una disciplina novel que aún no termina de romper la dicotomía entre el político y el politólogo. La dificultad de hacer la distinción, ha reducido el atractivo del politólogo en la sociedad dominicana.

Aunado a la tradición de un país que vive por el béisbol y la política, ha subestimado el alcance del análisis del científico social; sin embargo, el principal problema no ha sido la sabiduría popular, sino la limitación apasionada por estudio del personalismo político, un campo comprensible ante la omnipresencia de los líderes dominicanos.

La pasión por el fenómeno del personalismo político ha reducido el alcance o limitado otras áreas de abordaje de la ciencia política, tales como: el funcionamiento del sistema político, las mejoras al sistema electoral, el conflicto del sistema de partido, la gobernabilidad y gobernanza, las políticas públicas, la responsabilidad social empresarial, la ampliación del debate ideológico y el análisis del poder.

En este sentido, estas áreas han sido poco exploradas por las ciencias sociales,sin embargo, la sociedad las demanda con insistencia. Asimismo, han surgido iniciativas de ONG y universidades a incorporar cátedras especializadas, pregrados, cursos y postgrados.

La política trasciende a gobierno, partido y elecciones. Si conceptualizamos a partir de lo expresado por Platón, la política consiste en la construcción del espacio público en la que convergen dos o más personas a través del lenguaje y entablan una relación de convivencia.

Si partimos del concepto amplio, tenemos que la política está en todos y cada uno de los rincones de la convivencia humana. La ciencia política analiza las relaciones desde el punto de vista del poder, la organización, la planificación y la toma de decisiones. El reto es incentivar la investigación, la difusión de la trascendencia del politólogo y generar propuestas.

Es una necesidad para un país que observa a empresas familiares derrumbándose por problemas de poder, un gasto en aumento de responsabilidad social sin considerar un plan que se transforme en una inversión con retorno. Una gestión pública vista como una casa de empleo y de prácticas asistencialistas, que requieres de transparencia, eficiencia y eficacia.

Hay buenas prácticas que se verían robustecidas con una academia más activa en participar en la construcción del Estado institucional anhelado. Además se debe dar respaldo a la trascendencia de las ciencias sociales en la vida profesional y en concreto del politólogo en la sociedad.

Una sociedad de progreso requiere de instituciones fuertes y academias irreverentes, siempre avanzando en términos de evaluación, autocrítica, propuestas y modernización. Un mayor desarrollo que disminuya el riesgo país depende del esfuerzo hacia la aplicación de conocimientos técnicos.

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