La circulación vial: Un teorema de aplicación práctica

La circulación vial: Un teorema de aplicación práctica

Contrariamente al decir popular, la verdad es que nada hay más práctico que la teoría. La teoría orienta la búsqueda del investigador, y le evita dar palos a ciegas. Escribí un libro sobre la sociología del espacio vial, el cual ha sido utilizado en un par de escuelas de arquitectura. Con seguridad, Obras Públicas, el Ayuntamiento y AMET pueden aprovechar significativamente el contenido del mismo. En sentido amplio, espacio vial es toda superficie o espacio que se usa para el desplazamiento y circulación de personas, vehículos u otros objetos. Un pasillo, una autopista, una escalera, el acceso a una puerta, a un cuarto sanitario. Diferentes actores participan en su diseño, construcción, regulación, vigilancia y uso. En todo espacio vial o de circulación existen tres tipos códigos o sistemas de símbolos, mediantes los cuales los actores se comunican entre sí, y de los cuales el usuario, sea peatón o conductor, se sirve para desplazarse en dicho espacio vial hacia su destino u objetivo. El código o lenguaje básico es el diseño o disposición de dicho espacio. El cual, si está bien concebido, por sí solo indicará al usuario lo que debe o puede hacer en dicho espacio. El segundo lenguaje es el normativo, constituido por todos los letreros, símbolos y señales que en la acera, la pared o en algún lugar apropiadamente visible indican al usuario lo que está permitido y lo que no. En nuestro país, estos dos lenguajes suelen coincidir, y con frecuencia discrepan del tercer lenguaje: el cultural; que consiste en lo que los usuarios acostumbran a hacer en esos espacios de circulación, o sea, sus hábitos de uso del espacio en cuestión. Una carretera, por ejemplo, puede ser usada para transitar, para vender verduras o frituras, o como lugar de reunión y chercha (en plena vía).

El teorema central de este enfoque que desarrollo en el libro es que: En la medida en que los tres códigos concuerden, menor será la cantidad de conductas dispersas e indeseables, y menor el riesgo de incidentes.

Frecuentemente hay discrepancia entre los tres tipos de códigos, sin que las autoridades se percaten de los problemas que se crean, especialmente porque los usuarios se desorientan e improvisan conductas riesgosas. Se supone que un ingeniero experto en diseño vial estudia las necesidades de los usuarios potenciales, y que su diseño permitirá que los usuarios transiten con seguridad y confort, con el menor gasto de tiempo y combustible.

Los que diseñan ordenanzas y elaboran letreros y señales, deberán estudiar las características y hábitos socioculturales de conductores y peatones y demás (venduteros, canillitas). La importancia de ello estriba en que un espacio correctamente diseñado y señalizado puede ser utilizado y vigilado con menores costos en cuanto agentes, tiempo, combustibles, muertos y heridos.

Todo espacio vial puede ser auditado y evaluado desde este enfoque, y determinarse de antemano la probabilidad de incidentes y accidentes. Las autoridades del Ministerio de Obras Públicas, del Ayuntamiento y de la AMET, podrán reducir considerablemente las tasas de accidentes.

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