La ciudad de los palacios

La ciudad de los palacios

El programa de desarrollo urbano integral que instrumentaron las autoridades locales ha permitido que parte del llamado «casco del centro histórico» recobre el aspecto que tenía a principios del siglo pasado.

Ana Lilia Cepeda, directora general del Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México dijo a EFE-Reportajes que desde 1902 la infraestructura del centro histórico no se había cambiado, por lo que se dieron a la tarea de renovar desde el sistema de drenaje, electricidad y telefonía hasta  la restauración de fachadas de edificios y monumentos históricos.

Destacó que del 2002 a la fecha se han  restaurado 47 manzanas del casco del centro histórico. «Decidimos trabajar de manera territorial al ver la magnitud del centro,  lo mejor era ir recuperando manzana por manzana», agregó.

El llamado perímetro «A», –área que tuvo la Ciudad de México hasta finales del siglo XIX–, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987,  comprende 668 manzanas, es decir 9,1 kilómetros cuadrados, donde convive la arquitectura prehispánica, colonial y contemporánea.

Cepeda señaló que en el área restaurada se hizo una intervención conservadora, «se limpiaron los edificios, se les devolvió su dignidad, se limpiaron de anuncios y se les restauró la cantera original».

CIRUGIA MAYOR

El centro histórico tenía varias décadas de abandono, por lo que el fideicomiso creó diversos programas en colaboración con la iniciativa privada, el gobierno federal, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

«En la primera etapa se trabajó en 34 manzanas y ahora ya van 47, y  abarca todo el entorno de la Catedral Metropolitana, el Palacio Nacional,  la calle de Guatemala, donde se ubica el Centro Cultural de España y  el conjunto arquitectónico de la plaza Juárez.

La responsable del fideicomiso expresó que trabajan en dos proyectos: «uno dedicado al  rescate del casco histórico, y otro para rehabilitar la puerta de entrada al centro, que es el proyecto de la Plaza Juárez, construido en una zona devastada por el terremoto de 1985.

En el centro histórico se recuperó el aspecto original de 521 edificios, así como de calles que en el pasado estuvieron en manos de mafias y era imposible para peatones y automóviles transitar por ahí, ahora cuentan con iluminación, seguridad y un nuevo rostro.

Ana Lilia Cepeda manifestó que  se hizo  un programa de imagen urbana, donde se realizó un levantamiento fotográfico de las fachadas de los 521 edificios de las 34 manzanas y se elaboró un diagnóstico de las condiciones de cada uno  y en conjunto con el INAH  se restauraron.

En cada una de las calles se trabaja con un arquitecto restaurador y con un comité ciudadano que maneja los presupuestos para realizar los trabajos en cada inmueble.

Entre los principales asuntos que desalentaron a los capitalinos de pasear por el Centro Histórico estaban la inseguridad y el caos vial.  Para combatir esos fenómenos, la Fundación elaboró un programa piloto de seguridad pública, denominado «control del mando», que tiene monitores con tecnología de punta  y una policía especial en toda el área de Reforma-Centro Histórico, lo que ha permitido que sea   una de las zonas más seguras de la urbe.

También se implementó un  programa de transporte, vialidad y estacionamiento. Fueron retiradas 14 rutas de transporte y se aplicó un programa de recolección nocturna de basura.

VENDEDORES CALLEJEROS

Esta rehabilitación del centro histórico comprende el combate al problema del comercio callejero que se hizo de la mayoría de las banquetas y hasta de los arroyos vehiculares.

«Se negoció con ellos para que no estén en las calles restauradas y se les están dando espacios en las plazas comerciales, aunque también  se está trabajando en nuevos diagnósticos para una solución mucho más contundente», dice Cepeda.

Explicó que el ambulantaje es uno de los problemas más serios de la zona,  porque tiene que ver con un asunto cultural, «la gente compra en las banquetas y esto obedece a la  afluencia de tres millones y medio de población flotante que diariamente llega hasta el centro histórico».

La directora del fideicomiso expresó  que el programa de desarrollo urbano integral es de largo alcance. «Estoy convencida de que la viabilidad del proyecto se la darán los mismos vecinos y no tendrá que ver con la continuidad del gobierno en turno».

Entre los edificios emblemáticos que se intervinieron en el centro histórico, que tiene un total de 1.700 monumentos, destacan el Templo de Corpus Cristi en la Plaza Juárez, la fachada del Palacio de Gobierno del Distrito Federal,  la calle de Moneda, que es la más antigua del continente, la calle de Guatemala, donde se ubica el Centro Cultural de España y la plaza del empedradillo, ubicada en uno de los costados de la catedral metropolitana.

«LA NIÑA DE GUATEMALA»

La de Guatemala era una de las calles con edificios invadidos por las mafias que controlan a vendedores callejeros, y después de la restauración es una de las más bonitas, en las que conviven espacios culturales, restaurantes, comercios tradicionales. Además está en un punto estratégico: tiene enfrente la espalda de la monumental catedral capitalina y desde uno de los puntos de esta calle se pueden ver los vestigios de los edificios que ocuparon los aztecas.

El mexicano Germán Rostán,  museógrafo del Centro Cultural de España, comentó que una de las líneas de acción de la Agencia Española de Cooperación  Internacional es la rehabilitación de los centros históricos, por lo que se dieron a la tarea de restaurar el edificio que ocupan en la calle de Guatemala.

La casa que hoy alberga el centro cultural data de 1684,  originalmente fue cedida al mayordomo del conquistador español Hernán Cortés, después vivió Ignacio Vallarta, jurisconsulto que terminó la casa en 1707.

En el inmueble colonial también vivió el primer fundidor de la ciudad de México y en 1891 la casa se fraccionó para hacer locales y oficinas de redacción e imprentas de libros.

Rostán mencionó que la casa tenía las paredes agrietadas, la fachada a punto de desplomarse e invadida por las mafias. «Fue muy difícil al principio porque se tuvo que sacar a la gente para empezar a arreglar el edificio», dice.

El museógrafo asegura que se respetó  toda la estructura de la casa, se trabajó con especialistas del INAH, porque estos estaban buscando la esquina norte de la pirámide de la Gran Tenochtitlán  y en esa búsqueda  encontraron hornos de fundición y muchas piezas prehispánicas.

Actualmente  el Centro Cultural de España cuenta con salas de exposiciones, de consulta,  de lectura,  de Internet, auditorio y un restaurante.

EFE REPORTAJES

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