La ciudad de Santo Domingo… y el 8 de marzo

La ciudad de Santo Domingo… y el 8 de marzo

Para las mujeres, en general, las ciudades, además de ruidosas y caóticas, son peligrosas y estresantes. Uno de los retos para sus planificadores es “pacificarlas” con el reencuentro de la felicidad, la seguridad y la salubridad en la ciudad.
Cuando hablamos de felicidad, pensamos en una ciudad incluyente, de todos/as, de los discapacitados, de los niños/as y de los animales. Cuando nos referimos a la seguridad, se trata del desenvolvimiento libre y sereno de las mujeres, a cualquier hora del día y de la noche. Cuando nos referimos a la salubridad, pensamos en el descanso y el ocio, en la convivencia en espacios públicos para las mujeres de todas las edades. ¿Pero cómo hacer de la ciudad, un entorno más amigable con las mujeres cuando sabemos que la ciudad primero en Europa fue re-pensada para el automóvil en el siglo XIX y que, en Santo Domingo, esa realidad se fraguó con el diseño vial que unía el puerto con el malecón, las avenidas 27 de Febrero y Máximo Gómez con sus zonas industriales, y la avenida Kennedy con el puente Juan Pablo Duarte hacia San Isidro y el Campamento militar Duarte. Así se proyectó una ciudad dirigida hacia la producción, el comercio y el control militar. Después, se pensó en la gente. Poco a poco, a pesar de los túneles, elevados, ampliaciones, circunvalaciones, la ciudad se volvió inhóspita, sin afecto, sin mobiliario urbano y sin peatón tampoco. Es una ciudad sin derechos donde incorporar el género al enfoque de la ciudad, se ha convertido en una exigencia porque las damnificadas han sido, sobre todo, las mujeres, (niñas, adultas y mayores).
Esa privación de derechos se midió con los vehículos privados en Madrid, que representan el 29% de los desplazamientos y el 80% del espacio público-, y sabemos que esa relación se repite en las principales ciudades del mundo: el carro nos roba nuestro espacio público.
Este 8 de marzo, las mujeres deben plantear que, en las políticas urbanas, se definan la perspectiva de género para favorecer la seguridad, la felicidad, la inclusión de la familia y la igualdad entre seres humanos y animales, es cuestión de derechos. El diseño de Santo Domingo, -que resulta en la explosión territorial por una parte y la sobre densificación central, por otra-, con la inexistencia de transporte público y el uso privado del carro- ha provocado los problemas que afectan la paz, la felicidad y el tiempo de ocio, deteriorando la calidad de vida de todos y, de la mujer sobre todo, a quien le espera, la noche, en casa, otra tanda de trabajo. h

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